1. PSICOLOGIA COMUNITARIA.
La Psicología Comunitaria es un campo de especialización de la psicología en el que se privilegia una óptica analítica que considera los fenómenos de grupos, colectivos o comunitarios a partir de factores sociales y ambientales, a fin de realizar acciones orientadas al mejoramiento de las condiciones de vida de los sujetos. La metodología que utiliza privilegia un enfoque territorial y participativo para quienes están involucrados en sus procesos de intervención, intentando generar cambios a largo plazo, en los sistemas sociales en los que esos grupos están insertos.
En la segunda mitad del Siglo XX, la Psicología Comunitaria se va delineando como rama de la Psicología Social. Combina en su seno diversas teorías y métodos de intervención; se nutre fundamentalmente de las prácticas de los psicólogos que en distintos lugares del mundo, tratan de responder a los requerimientos de las nuevas realidades sociales, sobre todo las referidas a la exclusión social, pobreza y violencia. La Psicología Comunitaria se encuentra aún en estado emergente. Su objetivo es la resolución de problemas de la más diversa naturaleza (de salud, educacionales, culturales, económicos, alimentarios, etc.) a través de variables psicosociales y desde una postura de desarrollo, promoción y prevención, teniendo como objetivo final el desarrollo humano y comunitario integral.
El uso de los términos Psicología Comunitaria (PC) y Psicología Social-Comunitaria (PSC) suelen significar un mismo campo profesional, en particular, el nombre psicología social-comunitaria tiene su origen en la necesidad de diferenciación de la disciplina percibida por los grupos de profesionales psicólogos de centro y Suramérica a finales de los años setenta, en lo que comúnmente ha sido denominado crisis de relevancia de la psicología social. Como bases fundamentales de esta propuesta es posible identificar el trabajo en terreno, aplicado sobre problemas concretos in situ (en el lugar de manifestación del fenómeno social), con un carácter participativo que permita abarcar e involucrar a diversos actores a nivel territorial, resguardando el protagonismo de los sectores más necesitados en la búsqueda de sus propias soluciones.
1.1 Objeto de la Psicología Comunitaria.
Existen divergencias sobre el objeto de la Psicología Comunitaria, en tanto, las diferentes realidades sociales hacen que la disciplina se desarrolle en modos igualmente diferentes. Así, resulta natural que no exista uniformidad ante la diversidad que caracteriza al comportamiento social de masas, grupos e individuos; pero existen propuestas conceptuales que permiten realizar una aproximación al objeto de ésta especialidad, como lo plantea la Psicóloga Social Maritza Montero (1984), quien señala que la Psicología Comunitaria es “la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permitan desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social”.
Esta definición permite entender que el campo de ésta disciplina contempla la relación funcional entre el individuo y su ambiente social, lo cual, puede dar lugar a distintas formas de comprensión. Entre las diferentes posiciones existentes alrededor del objeto perseguido por las corrientes contemporáneas de ésta especialidad, tenemos a las siguientes:
a) “Empoderamiento” u “Otorgamiento de Poder”: Este concepto proviene del vocablo inglés “empowerment” y es muy discutido su uso al ser un anglicismo forzado, por lo cual se emplean también términos como “fortalecimiento” y “dar/otorgar poder”. El empoderamiento se refiere a que las personas y/o grupos organizados cobren autonomía en la toma de decisiones y logren ejercer control sobre sus vidas basados en el libre acceso a la información, la participación inclusiva, la responsabilidad y el desarrollo de capacidades. Así, el empoderamiento viene a ser una esfera superior en los procesos de organización social.
b) Ciudadanía: La noción de ciudadanía está fuertemente vinculada a la concepción de democracia, que permite concebir a las personas como sujetos de derechos y deberes en el marco de un consenso social representativo y políticamente válido. La ciudadanía implicaría el respeto de las personas en tanto poseen derechos, asimismo la libertad de sus acciones para poder cumplir sus obligaciones sin coacción y con miras a promover su calidad de vida sin afectar los derechos de otras personas.
c) Lucha contra la Pobreza: Producto de las graves desigualdades de nuestras sociedades, la pobreza es un estado de precariedad económica y material con fuerte influencia en el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas. La lucha contra la pobreza viene a ser el conjunto sistemático de acciones emprendidas para superar este estado de precariedad y combatir sus efectos sobre personas y sociedades.
d) Salud Mental: Es el estado de equilibrio entre una persona y la sociedad, representada en niveles diversos como la familia, la comunidad, la escuela y el trabajo. Este equilibrio permite a la persona ser productiva en la vida (laboral o intelectualmente, etcétera) y alcanzar un estado de bienestar y calidad de vida.
Como se señaló anteriormente, existen desacuerdos sobre el fin último de la Psicología Comunitaria, lo cual se puede observar en la diversidad de los temas de interés de ésta disciplina; sin embargo, lo que queda claro es que alrededor de cualquiera de ellos, existen factores psicosociales que son el objeto de estudio de ésta especialidad y que buscan favorecer el logro de las soluciones a los problemas que afectan a las personas en su ámbito comunitario, abarcando inclusive a la estructura social, con el objetivo de promover cambios para mejorar la calidad de vida y el bienestar de los individuos. Por el momento éste es el tema central de la Psicología Comunitaria contemporánea.
1.2 Historia de la Psicología Comunitaria.
La disciplina fue fundada en los Estados Unidos de América por psicólogos que buscaban superar las limitaciones de la psicología clínica tradicional en la promoción de la salud mental. Estos psicólogos tenían interés en ampliar la práctica psicológica a un mayor segmento de la población, y así mismo se encontraban interesados en superar el paradigma de “daño y cura” para trabajar con base en un enfoque preventivo.
Las ideas de base de ésta nueva visión de la psicología se evidencian en el constructo “Sentido de Comunidad o Pertenencia”, introducido el año 1974 por Seymour B. Sarason, un destacado psicólogo educativo profesor emérito de la Universidad de Yale. Por éstos mismos años se produjo la propuesta del modelo educativo piramidal, hecha por Edward Seidman y Julián Rappaport, donde se proponía que psicólogos expertos en consejería trabajaran en forma conjunta con psicólogos de menor experiencia y con los “promotores comunales”, realizando un trabajo educativo comunitario que permitiera aliviar los problemas de las personas y prevenir sus dificultades. Además, se produciría un intercambio de saberes que a futuro permitiría a las personas solucionar por sí solas sus dificultades, es decir, serían autónomos para ejercer poder sobre su bienestar emocional. Este modelo fué un planteamiento osado y revolucionario para la época, siendo la piedra fundacional del enfoque de “empoderamiento”.
En el año 1986, luego de 22 años de trabajo tras las senda de la propuesta de Seymor Sarason, se dió un salto mayor al publicarse la Teoría del Sentido de Comunidad y el Índice del Sentido de Comunidad (“Theory of Sense of Community and Sense of Community Index”). Esta teoría es bastante amplia y permite aplicar el modelo a comunidades de distinta índole, como las religiosas, políticas, grupos etáreos, e incluso a organizaciones, como por ejemplo los centros laborales y las escuelas. Sus autores son David McMillan (la teoría) y David Chavis (indice).
En la actualidad, la Psicología Comunitaria ha tendido un amplio desarrollo en América Latina, lo cual tiene sus raíces en las reflexiones académicas y prácticas de la década de los años ochenta. Entre los más destacados representantes de la Psicología Cominitaria en América Latina son de especial mención los Psicólogos Sociales: Ignacio Martín-Baró (El Salvador) y Maritza Montero (Venezuela). Los principales temas de estudio de la Psicología Comunitaria incluyen la educación popular, la investigación-acción participante, la teología de la liberación, la sociología militante, la tecnología social, la sociología del desarrollo, la psicología de los pueblos, el trabajo comunitario, la psicología política, así como las influencias de la psicología social aplicada europea de finales de los años setenta, entre otros contenidos. Junto al interés en los referidos temas de estudio, el desarrollo de la disciplina también debe su desarrollo a las críticas de diversos profesionales de América Latina en torno al auge de una psicología que hacía énfasis en el objetivismo y en variables técnicas (paradigma del empirismo y el constructivismo) y que se encontraba alejada del estudio de los problemas de desarrollo y justicia social en América Latina (que durante al menos tres décadas habían marcado el desarrollo de otras disciplinas de las ciencias sociales en el continente). Esta conjunción de factores permitió asentar las bases para la apertura en Psicología de un campo profesional psicosocial, de marcada orientación al terreno y al contacto directo in-situ con las situaciones de precariedad. En la práctica comunitaria se privilegian las metodologías participativas y las basadas en la investigación-acción, que tienen sus antecedentes en las investigaciones de Kurt Lewin (1948). Como su nombre lo sugiere, y según lo manifiesta Saúl Fuks (2000), las metodologías participativas y las basadas en la investigación-acción condensan los métodos de investigación que reconocen expresamente un doble objetivo en el proceso de producción de conocimiento: el de investigar y el de actuar/modificar algo de lo investigado. Éste es, con frecuencia, el tipo de investigación que se desarrolla en los programas comunitarios en los que se intenta incrementar los recursos de un sector de la población para la transformación de sus condiciones de existencia y de ésta intencionalidad es de la que ha surgido el énfasis en la dimensión participativa.
Un proceso de intervención comunitaria tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida de la población y que la comunidad sea protagonista de dicho cambio. Parte y tiene que ver con las necesidades, aspiraciones, problemas o temas de interés para la comunidad. Se trata de procesos cuyos logros se planifican a mediano y a largo plazo, son procesos de tipo global y centrado en una comunidad concreta, entendida ésta como el conjunto formado por los siguientes elementos y sus interrelaciones: el territorio, la población, los recursos y las demandas y la dinámica de las relaciones de poder.
Los campos de participación más frecuentes en los Programas de Intervención Comunitarios son: los Proyectos Sociales (desarrollo social local, socioeconómico, cultural y psicosocial); los Proyectos de Construcción de Ciudadanía (equidad, participación comunitaria, desarrollo de redes sociales y comunitarias); Proyectos de Mejora de la Calidad de Vida (salud, educación, hábitat, relaciones interpersonales); Proyectos de Fortalecimiento Cultural (recuperación del acervo social y cultural, trabajos sobre procesos de descolonización y reconocimiento de las identidades socioculturales minoritarias y/o excluidas).
2. APLICACIONES DE LA PSICOLOGIA COMUNITARIA EN EL AREA DE LA SALUD.
2.1 Niveles de Intervención Social y Comunitario e Institucional.
Según Gil-Roales-Nieto, J. (2004), la intervención en salud, preferentemente se debe llevar a cabo en niveles sociales, comunitarios o colectivos, mientras que la intervención individual se lleva a cabo principal, aunque no exclusivamente, sobre actuaciones con distinto objetivo sobre la enfermedad manifiesta. Continúa indicando que, actuar a nivel individual con objetivos de salud se puede, y cuando sea preciso, se bebe hacer, pero habida cuenta de que cualquier ser humano es objeto de estudio a éste nivel, la intervención grupal a uno u otro nivel de actuación reporta obvias ventajas. Por otro lado, prosigue, hay que recordar que entre las razones que le dieron lugar al surgimiento de la perspectiva biopsicosocial y el énfasis en prevención, figuró el análisis de la práctica imposibilidad de ofrecer atención terapéutica a cada individuo con problemas. Lo mismo cabría señalar para la atención individual preventiva y potenciadora de salud. Por coste y amplitud de repercusión, la intervención en salud pretende llegar al mayor número posible de individuos a la vez. Por esa razón se impone cada vez más una estrategia sectorial y contextual de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, pero sobre todo de éste ultimo objetivo.
La intervención a nivel social y comunitario tiene como base el movimiento de salud comunitaria que pretendió cambiar la atención en salud mental durante los años sesenta con la puesta en marcha de los Centros de Salud Mental Comunitaria en los Estados Unidos, país desde el que se exportó la idea a otras latitudes, a tal punto que hoy en día es una idea extendida a lo largo y ancho del movimiento de promoción de la salud y recogida y potenciada por numerosos documentos de la OMS, en cuyas políticas se establece que la comunidad es el marco ideal para el desarrollo del objetivo de "salud para todos". Entre las declaraciones de la OMS (1984) se establece que el propósito de la promoción de la salud es permitir que los individuos y las comunidades logren un mayor control sobre las condiciones de todo tipo que afectan a sus salud, bajo el razonamiento que nadie mejor que las propias personas y comunidades afectadas por dichas condiciones para identificar sus problemas e interesarse en sus soluciones. Esta filosofía condujo a la aceptación ideológica del desarrollo comunitario como una estrategia de promoción de salud. Una de las asunciones centrales en la perspectiva del desarrollo comunitario es que el poder primario y la responsabilidad acerca de la salud no se delega, en exclusiva, en manos de profesionales, sino que éstos deben compartir poder y responsabilidad con la comunidad, y que ésta debe implicarse en el desarrollo de planes para alcanzar los objetivos de salud establecidos como de interés comunitario. Tan es así, que los profesionales de diversas especialidades que se dedican al tema de la promoción de la salud han producido, a la fecha, una gran cantidad de trabajo intelectual y empírico en éste sentido.
En ésta línea de razonamiento nació el concepto de potenciación social o comunitaria (community empowerment), surgido del trabajo social de Saúl Alinsky en los Estados Unidos, organizando comunidades y grupos que afrontaran conjuntamente el reto social y superasen los riesgos de marginación, y llegando al ámbito de la salud como una forma de conseguir que las comunidades aumenten el control sobre sus recursos, su futuro, y, consecuentemente, sobre su salud. El objetivo final, es pues, que las propias comunidades adquieran un mayor control sobre los determinantes de la salud. Paralelamente, un nivel institucional de intervención en promoción de la salud y prevención de la enfermedad que ha obtenido una especial y universal atención es el sistema educativo. Primero, porque goza de las mismas ventajas que cualquier nivel institucional; entre ellas hacer disponible a una determinada población o grupo de individuos que permanecen en un contexto organizado y regulado durante prolongados períodos de tiempo, de manera que permite la aplicación intensiva y extensiva de programas, su evaluación y su seguimiento. Segundo, porque se refiere a la población infantil, de especial relevancia para el caso de la promoción de la salud. Estos programas educativos se refieren a objetivos generales de promoción de la salud y no tanto a objetivos específicos de prevención de la enfermedad. Así, por ejemplo, pueden tratarse temas tales como la prevención de sida en adolescentes, el inicio del consumo de alcohol y tabaco en niños de los últimos grados de enseñanza primaria y adolescentes de secundaria, o la prevención de embarazos no deseados en adolescentes.
Otro de los contextos de intervención, ya clásicos en la promoción de la salud y prevención, es el contexto laboral, en lo que se conoce como “programas de salud en el lugar de trabajo”. El contexto o lugar en el que se lleva a cabo la ocupación laboral reúne numerosas ventajas que lo convierten en un contexto idóneo para la práctica de éste tipo de objetivos en forma de intervenciones grupales o individuales. Esta línea de intervención es ya extensa en estudios y experiencia. Surge en Estados Unidos y Suecia en la década de 1960 en la forma de movimiento de promoción del bienestar ocupacional y ha pasado por tres momentos de interés preferente. El primero, al inicio, centrado en intereses relacionados con la seguridad en el trabajo y el cuidado acerca de la calidad del producto elaborado (empleados más sanos significan menos accidentes y mejor calidad en el producto elaborado); el segundo, centrado más en la propia salud como objetivo y la puesta en practica de programas que asumieran la prevención de aquellos aspectos de la salud que resultaban mas impactantes sobre el mundo laboral, naciendo así, multitud de programas de prevención de trastornos cardiacos, de eliminación del tabaquismo, etcétera; el tercero y contemporáneo, en intervenciones mas comprensivas del tipo de estrategias corporativas en salud, que alumbran programas globales de promoción de la salud y prevención de la enfermedad como forma de mejorar la calidad de vida del empleado, y en consecuencia, reducir los costos sanitarios y aumentar la productividad que supone contar con trabajadores mas sanos física y psíquicamente.
2.2 Intervención en la mejora del cuidado profesional de la Salud.
Un nivel de actuación de especial importancia es el de la intervención en la mejora de la ejecución profesional en el cuidado de la salud. La puesta en práctica del enfoque biopsicosocial de la salud y la enfermedad implica la necesidad de que las decisiones y actuaciones médicas (por ejemplo, elección del tratamiento, proceso diagnóstico, concesión del alta médica, hospitalización, etcétera), así como los cuidados de enfermería, consideren el papel que los factores psicológicos merecen, asignándole su justa importancia, mediante la conveniencia de establecer que el paciente sea considerado un participante activo y no un mero receptor pasivo del proceso de intervención y el beneficio de tener en cuenta que los pacientes se ven afectados por la información que reciben o no reciben, el buen o mal trato que se les dispensa y las condiciones ambientales en las cuales se les trata, tanto en pacientes internos u hospitalizados como en el caso del cuidado ambulatorio. En este mismo sentido, razones de descontento de los usuarios, pero principalmente razones de costos sanitarios con relación a las tendencias a la prescripción medica, ha hecho que éste tema de la toma de decisiones médicas y el manejo de la conducta del paciente en la exploración, se haya convertido en objeto de atención preferente en el ámbito de la actuación sobre el cuidado profesional de la salud. Finalmente, es importante destacar una vez más, el papel crucial del médico en la adhesión del paciente y en la promoción de la salud desde la práctica de la medicina general y familiar, así como la necesidad de incrementar cada vez más la orientación de la formación médica hacia una atención que incluya los aspectos psicológicos del usuario, enfocado desde la óptica del modelo bio-psico-social en la práctica del ejercicio de los profesionales de la medicina. De allí la importancia de las consideraciones acerca de éstos temas en los pensum de estudios, para la formación del recurso humano en el área del conocimiento de la Medicina.
Bibliografía Consultada:
Alonso, F. (1974). Psicología Médica y Social (2ª Ed.) Madrid: Paz Montalvo.
Gil Roales-Nieto, Jesús (2004). Psicología de la Salud. Madrid: Ediciones Pirámide.
Goldman, Howard (1989). Psiquiatría General. México: Manual Moderno.
Levav, Isaac (1992). Temas de Salud Mental en la Comunidad. Washington: OMS
Páginas Web:
www.comunitaria.es.html/
www.es.wikipedia.org/
www.psicolatina.org/
www.psicologiacomunitaria.html/
Bibliografía Sugerida:
AVEPSO. (Boletín de la Asociación Venezolana de Psicología Social) Temas de Psicología Comunitaria en Venezuela.
Martín-Baró, Ignacio (1998) Psicología de la liberación. Madrid: Editorial Trotta.
Montero, Maritza (1984). La psicología comunitaria: orígenes, principios y fundamentos teóricos. Revista Latinoamericana de Psicología, 16(3), pp. 387-400.
Montero, Maritza (Coordinadora). (1987) Psicología Política Latinoamericana. Caracas: Editorial PANAPO.
Montero, Maritza. (1994). “Un paradigma para la Psicología Social. Reflexiones desde el quehacer en América Latina”. En Construcción y crítica de la Psicología Social. Barcelona: Editorial Anthropos.
Montero, Maritza (Comp.) (1994) Psicología Social Comunitaria. México: Universidad de Guadalajara.
Montero, Maritza. (2000) Reflexiones sobre los fundamentos éticos de la Psicología Comunitaria. Universidad Central de Venezuela. En Modelos de Psicología Comunitaria para la promoción de la salud y prevención de enfermedades en las Américas. OPS. OMS. Salud y Sociedad. 2000. Nº7.
Montero, Maritza. (2004) Introducción a la Psicología Comunitaria. Buenos Aires: Editorial Paidós.
PSICOLOGÍA MÉDICA es un blog creado, fundamentalmente, para los estudiantes de medicina de la Universidad Nacional Experimental “Rómulo Gallegos” (UNERG), núcleo Calabozo. Pero cualquier persona interesada en estos temas puede utilizarla si así lo considera. PSICOLOGÍA MÉDICA trata sobre toda la materia relacionada con los conocimientos de psicología que requiere un médico para el ejercicio de su profesión. Te damos la bienvenida queridos estudiantes, profesores e internautas.
martes, 22 de febrero de 2011
PSICOLOGÍA AMBIENTAL Y CALIDAD DE VIDA
Psicología Ambiental / Calidad de Vida / Estilos de Vida.
1. PSICOLOGIA AMBIENTAL.
La experiencia humana depende en gran medida del lugar en donde ocurre. Las sensaciones, los recuerdos y los sentimientos de nuestro pasado y presente están ligados a las experiencias que hemos tenido, y éstas están ligadas a los lugares alrededor de los cuales se desarrolla nuestra existencia. Nosotros somos los lugares en donde hemos estado. Es ésta experiencia intuitiva la que funda la Psicología Ambiental, ya que parte del hecho de que la experiencia humana está indisolublemente ligada a la experiencia espacial.
El psicólogo Kurt Lewin (1890-1947) fué uno de los primeros en dar importancia a la relación entre los seres humanos y el medio ambiente. Su objetivo era determinar la influencia que el medio ambiente tiene sobre las personas, las relaciones que establecen los individuos con éste, así como la forma en que las personas actúan, reaccionan y se organizan con respecto al medio ambiente. De acuerdo con la Psicología Ambiental, el medio ambiente se puede definir como todos aquellos contextos en los cuales el sujeto actúa (por ejemplo, casas de vivienda, oficinas, escuelas, calles, etcétera) enfatizando principalmente en el comportamiento grupal antes que en el comportamiento individual.
La Psicología Ambiental es una disciplina joven, que puede definirse como el estudio del comportamiento humano en relación con el medio ambiente ordenado y delimitado por el hombre. Esta especialidad hizo su aparición a principios de los años 1970, obteniendo una rápida evolución gracias a las publicaciones en revistas especializadas (fundamentalmente anglosajonas) y a la multiplicación de encuentros y conferencias internacionales sobre el tema. En 1973 la Asociación Americana de Psicología (APA) crea una sección de investigación acerca de la relación entre los entornos físicos y el comportamiento humano, lo que impulsó la rápida expansión de ésta disciplina. También permitió el reconocimiento de problemas ambientales tales como la contaminación, que comenzó a tomar protagonismo, inicialmente, en las oficinas jurídicas norteamericanas.
Como se mencionó anteriormente, la Psicología Ambiental se basa en el estudio de la relación del individuo con el medio ambiente dentro del cual evoluciona. El medio ambiente se encuentra marcado culturalmente y es el que transporta los significados que integran el funcionamiento cognitivo y comportamental del individuo. La relación de un individuo con un espacio está en función de su presente, pero también con su pasado histórico, lo que le permite a su vez una proyección hacia el futuro; es decir, el contexto ambiental toma toda su significación en referencia a la dimensión temporal, lo cual hace al individuo objeto de percepciones, de actitudes y de comportamientos desplegados en torno a los aspectos internos y a la dinámica de cada contexto ambiental en particular. En otras palabras, se hace referencia no solamente al espacio, sino a la historia del lugar, la cual está ligada a su vez, a la historia de los individuos en diferentes etapas, tanto recientes como remotas.
La Psicología Ambiental se interesa, por una parte, en el contexto ambiental, y por la otra, en el hecho de que el lugar donde se vive sea un espacio apropiado para las personas que lo habitan, ya que éste es parte integrante del comportamiento humano. El marco de vida en el cual viven y se desarrollan los individuos permite la formación de la identidad de cada persona, a la vez que la sitúa en los ámbitos social, económico y cultural. El medio ambiente nos aporta información sobre los individuos, sobre sus valores y sus intereses. Esta noción comprende tanto el medio ambiente natural (ecosistemas, recursos naturales, fenómenos naturales) como el medio ambiente construído o acondicionado por el hombre (hábitat). Por ello, uno de los objetivos principales de la Psicología Ambiental consiste en integrar en las políticas de planificación de las comunidades, el área técnica (urbanismo) con el área psicosocial (valores, creencias, costumbres, etcétera) para facilitar así las soluciones que respondan a la realidad de cada comunidad en particular.
En Psicología Ambiental las nociones de espacio y de lugar son muy importantes, incluso centrales, porque ellas permiten reconocer el nivel de control de los individuos sobre el medio. Se ha establecido una categorización que clasifica los niveles medio-ambientales, los cuales se mencionan a continuación:
b) Micro-ambiente (espacio privado o individual): se trata del lugar donde el individuo tiene el control espacial, lo cual es importante para el bienestar personal. Es el lugar de permanencia, de estabilidad, que aporta un sentimiento de seguridad donde se desarrolla la vida privada. Se trata del espacio personalizado, delimitado por barreras físicas o simbólicas y donde cohabitan personas unidas por un parentesco o por un vínculo afectivo.
c) Macro-ambiente (espacio público): es un espacio amplio compartido por colectivos humanos, cuyo control es delegado en instancias institucionales. En otras palabras, se trata de un conjunto de individuos en un espacio común que mediante los mecanismos de comunicación grupal presentan una vinculación a través de las relaciones sociales.
d) Ambiente Global (dimensión planetaria): el control sobre éste ambiente en su totalidad está fuera de las posibilidades individuales, no obstante, existen conductas colectivas conocidas como comportamientos ecológicos (con la noción del bien común) cuya finalidad es la preservación y la conservación del medio ambiente a nivel mundial, concretamente, en diversos espacios geográficos del planeta, para el beneficio de las presentes y las venideras generaciones.
En correlación con la ya reseñada descripción de la clasificación de los niveles medio-ambientales, debe tomarse también en cuenta para el estudio de la interrelación individuo-ambiente, las perspectivas de aproximación entre ambos; así, se ha establecido los enfoques de estudio desde la perspectiva cognitiva y desde la perspectiva social.
1) La perspectiva Cognitiva de aproximación Individuo-Ambiente: argumenta que las relaciones de la persona con su entorno son, en realidad, un verdadero proceso de interacción entre ambos. La interacción tiene como resultado un proceso de representación del entorno que genera en su uso actitudes, creencias, expectativas, imágenes, que constituyen las "cogniciones" que son en realidad los elementos a tener en cuenta para poder adecuar los entornos a los individuos. Este modelo, procedente de las teorías del procesamiento de la información, supone que los individuos, en el proceso de interacción entre ellos, y entre ellos y sus entornos, elaboran representaciones, imágenes, creencias, actitudes, expectativas, etcétera, producto de sus capacidades cognitivas. En la medida en que pueden ser compartidas por un amplio número de personas, estas cogniciones pueden ser calificadas de sociales.
2) La perspectiva Social de aproximación Individuo-Ambiente: considera también que el punto crucial es la interacción de la persona con su entorno, pero que hay que ir más allá en el planteamiento para considerar que ésta interacción es, por encima de todo, social, incluso cuando hablamos de una persona concreta y de un entorno concreto. Se tratará por tanto de hallar la forma de aprehender las "cogniciones sociales" relacionadas con el entorno, entendidas éstas, no como una suma de individualidades, sino como de verdadera naturaleza social. Interesa, entonces, hallar las formas de interacción social con nuestros entornos, las representaciones, las imágenes, las expectativas y las actitudes socialmente generadas. Es decir, cuando las cogniciones de cada individuo acerca de su entorno coinciden en una especie de acuerdo o consenso grupal debido a que son compartidas por un amplio grupo de personas, ese conjunto de cogniciones integradas se convierten entonces en una cognición social acerca del entorno ambiental colectivo.
Así, se espera que la organización social a la cual pertenece el individuo le dé la posibilidad de adaptarse con mayor eficacia a su medio natural, mostrando la mejor manera de atender sus necesidades básicas, fundamentado en el respeto hacia la naturaleza y hacia los ecosistemas. El individuo que se desarrolla en un contexto preocupado por el aprovechamiento adecuado de los recursos, sin deteriorar el medio ambiente, aprende a tener conciencia de la interdependencia entre él y la naturaleza. De éste modo, las presentes y futuras generaciones crearán los medios de supervivencia dentro de un marco viable que no afecte su entorno, lo cual es tan indispensable, como la conservación de la propia vida de los habitantes. Los grupos humanos pertenecientes a una sociedad se estructuran en función al sistema de valores que lo sustentan. Por ejemplo, el niño aprende, se forma y adquiere actitudes que van a influir en su forma de pensar y en su comportamiento de adulto. Una actitud no determina la conducta, pero sí influye en el sujeto en el momento de actuar. Las actitudes juegan un papel importante en la toma de decisiones y en las conductas humanas relacionadas con el ambiente, y resultan indicadores útiles para predecir la disposición de una persona a actuar de una manera u otra con respecto a su entorno ambiental. Una actitud ambiental es la que nos ayuda a elegir el lugar donde queremos vivir y desarrollar nuestro potencial. Otra actitud ambiental es la que nos lleva a tomar decisiones destinadas a respetar la naturaleza actuando a favor de la ecología.
Por otra parte, es importante destacar que cada día estamos expuestos a un amplio rango de estresores ambientales que amenazan la salud y el bienestar de los seres vivos. La percepción que tenemos de estas amenazas y la forma cómo reaccionamos ante ellas constituye uno de los tópicos más importantes en la Psicología Ambiental.
Los estresores ambientales pueden ser factores tales como la temperatura, el ruido, los desechos tóxicos, la presión demográfica, las inundaciones, las sequías, entre otros, aspectos que tienen un impacto significativo sobre la salud y el bienestar de los seres vivos. Las personas se adaptan a estos estresores activando conocimientos, normas, desarrollando habilidades y estrategias cognitivo-conductuales y modificando sus actitudes. Para ello se lleva a cabo investigaciones aplicadas en Psicología Ambiental, cuyos resultados son muy importantes ya que son susceptibles de guiar las políticas públicas y particularmente los programas de desarrollo en las siguientes áreas: procesos de acondicionamiento del medio construído (edificios de viviendas, educativos, laborales, deportivos, recreativos, etcétera); procesos de acondicionamiento de espacios naturales, parques y jardines; preservación del medio ambiente (comportamientos ecológicos); elaboración de programas de formación pedagógica destinados s la educación ambiental; prevención de conductas de riesgo; atención en situaciones de desastres ambientales y condiciones de riesgo ambiental (estrés ambiental, ruido, contaminación, aglomeración).
2. CALIDAD DE VIDA. ESTILOS DE VIDA.
Según P. Pritchard (1981) en su publicación “Manual de Atención Primaria de Salud” (citado por Gómez, J., et al (2003), se puede considerar que en la definición general acerca de lo que significa la “salud” destacan tres aspectos importantes: en primer lugar la salud es un "proceso de adaptación" a un entorno social que abarca factores naturales y otros creados por el hombre. En segundo lugar la salud significa cosas diferentes para los diferentes pueblos y las diferentes culturas. Y en tercer lugar se trata de un proceso dinámico, con estímulos y respuestas, en cambio continuo, constante y permanente.
Continúa expresando que cada persona es una combinación única y diferente, de su constitución genética, su aprendizaje y su experiencia, su personalidad y sus expectativas, no viéndose como enfermo cuando prevalece un estado de equilibrio satisfactorio entre él y su entorno, viviendo con un nivel de ansiedad aceptable y tolerable. Por tanto, debe mantenerse en equilibrio ante las tensiones familiares (pareja, hijos, padres, etcétera), del trabajo (fatiga, desempleo, riesgos del aburrimiento, jubilación, etcétera), del entorno social (vecindario, pobreza, cultura, educación, etcétera), de las enfermedades (infecciones, heridas, riesgos ambientales, cáncer, etcétera) y de los hábitos de vida nocivos (tabaco, alcohol, sedentarismo, drogas y sobrealimentación).
Sostiene que la salud, en suma, es un producto de equilibrios muy complicados y complejos y su atención conlleva e implica una respuesta a ésta especial situación. Conviene recordar aquí, el abordaje de los aspectos mencionados, desde la óptica del modelo bio-psico-social en la práctica médica.
a) Estilos de Vida
Como lo señala Y. Pastor (1999) (citado por Gómez, J., et al, 2003), aunque el interés por el estudio de los estilos de vida saludables ha tenido su punto más álgido en la década de 1980, el concepto de estilo de vida no constituye un ámbito de estudio nuevo. Por el contrario, desde hace ya mucho tiempo este concepto ha sido un tema de estudio abordado por disciplinas como la sociología y el psicoanálisis, y desde hace relativamente menos tiempo, por disciplinas tales como la antropología, la medicina y la psicología de la salud. Según el referido autor, en general, desde todas las orientaciones mencionadas, se entiende el estilo de vida como "la forma de vida de las personas o de los grupos”.
Por ejemplo, en el enfoque sociológico se consideraba que las variables sociales eran los principales determinantes de la adopción y del mantenimiento de un estilo de vida determinado, mientras que desde el psicoanálisis los determinantes se desplazaron desde la sociedad al individuo y a su personalidad. A mediados del siglo XX, la antropología abordó el estudio de los estilos de vida desde un enfoque cultural y la medicina desde un enfoque biologicista, estableciendo que las personas tienen estilos de vida sanos o insanos por su propia voluntad, recayendo por lo tanto la responsabilidad sobre las personas y no sobre las instituciones (Erben, R.; Franzkowiak, P. y Wenzel, E. (1992) /citado por Gómez, J., et al, 2003).
En la XXXI sesión del comité regional de la O.M.S. para Europa, se ofreció una definición del estilo de vida que lo describía como "una forma general de vida basada en la interacción entre las condiciones de vida en un sentido amplio y los patrones individuales de conducta determinados por factores socioculturales y características personales" Aunque no se introdujo una definición concreta para el término de estilo de vida saludable, esta conceptualización de estilo de vida en general ha servido de base a los investigadores para clarificar éste término.
A pesar de no existir una definición unánime, la mayoría de los autores definen los estilos de vida saludables como un "conjunto de patrones conductuales que poseen repercusiones para la salud de las personas". En lo que no todos coinciden es en si éstos patrones conductuales son elegidos voluntaria o involuntariamente por las personas. Mientras que el modelo médico ha defendido el carácter exclusivamente voluntario de tal elección, los autores de orientación psicosocial entienden la elección como involuntaria en cierta medida ya que reconocen la influencia de las variables psicosociales en la adquisición y mantenimiento de los estilos de vida (Pastor, Y., Balaguer, I. y Garcia-Merita, M. / citado por Gómez, J., et al, 2003).
Según Rodríguez-Marín, J. y García, J., (1995) (citado por Gómez, J., et al, 2003) en resumen, desde los modelos psicosociales, podemos definir el estilo de vida saludable como un "conjunto de patrones conductuales o hábitos que guardan una estrecha relación con la salud". Por patrones conductuales entendemos formas recurrentes de comportamiento que se ejecutan de forma estructurada y que se pueden entender como hábito cuando constituyen el modo habitual de responder a diferentes situaciones. Estos hábitos se aprenden a lo largo del proceso de socialización del individuo y una vez adquiridos son difíciles de modificar.
b) Calidad de Vida.
El interés por la calidad de vida ha existido desde tiempos inmemorables. En la disciplina Psicológica, el autor A. Maslow (1954), en su libro “Motivación y Personalidad” plantea una sabiduría biológica, una tendencia innata en el hombre a elegir lo que es beneficioso para él, o, por lo menos, a desearlo.
Sin embargo, la aparición del concepto de “calidad de vida” como tal y la preocupación por la evaluación sistemática y científica de éste aspecto, es relativamente reciente. La idea comienza a popularizarse en la década de 1960, hasta convertirse hoy en un concepto utilizado en ámbitos muy diversos, como son la salud, la salud mental, la educación, la economía, la política y el mundo de los servicios en general.
Los indicadores sociales y económicos permiten medir datos y hechos vinculados al bienestar social de una población. Estos indicadores tuvieron su propia evolución, siendo en un primer momento referencia de las condiciones objetivas de tipo económico y social, para en un segundo momento, contemplar elementos subjetivos (Arostegui, I., 1998 / citado por Gómez, J., et al, 2003).
La expresión "Calidad de Vida" comienza a definirse, como concepto integrador que comprende todas las áreas de la vida (carácter multidimensional), a mediados de 1970 y comienzos de 1980. Transcurridos casi 30 años, aún existe una falta de consenso sobre la definición del constructo y su evaluación. Así, aunque históricamente han existido dos aproximaciones básicas: aquella que lo concibe como una entidad unitaria y la que lo considera un constructo compuesto por una serie de elementos, todavía se pueden encontrar diversos modelos conceptuales acerca de calidad de vida.
En 1992, la “calidad de vida” fué definida como "la calidad de las condiciones de vida de una persona, como la satisfacción experimentada por la persona con dichas condiciones vitales, como la combinación de componentes objetivos y subjetivos, es decir, calidad de vida es definida como la calidad de las condiciones de vida de una persona junto a la satisfacción que ésta experimenta y, por último, como la combinación de las condiciones de vida y la satisfacción personal ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas" (Felce, Y. y Perry, J., 1995 / citado por Gómez, J., et al, 2003).
Para Dennis, R; Williams, W; Giangreco, M y Cloninger, Ch (1994) (citado por Gómez, J., et al, 2003), los enfoques de investigación del concepto de calidad de vida son variados, pero podrían englobarse en dos tipos:
• Enfoques Cuantitativos: cuyo propósito es operacionalizar la calidad de vida. Para ello, han estudiado diferentes indicadores: Sociales (se refieren a condiciones externas relacionadas con el entorno como la salud, el bienestar social, la amistad, el estándar de vida, la educación, la seguridad pública, el ocio, el vecindario, la vivienda, etc.); Psicológicos (miden las reacciones subjetivas del individuo a la presencia o ausencia de determinadas experiencias vitales); Ecológicos (miden el ajuste entre los recursos del sujeto y las demandas del ambiente).
• Enfoques Cualitativos: que adoptan una postura de escucha a la persona mientras relata sus experiencias, desafíos y problemas y cómo los servicios sociales y de salud pueden apoyarles eficazmente.
Por tanto, el concepto calidad de vida es relativo, como lo son otros (bienestar, felicidad, etcétera). Resulta evidente que hay muchos condicionamientos que influyen en éste aspecto (físicos, psíquicos, sociales, espirituales, culturales, filosóficos, médicos, etcétera) y que tienen mucho que ver con la valoración que la persona haga sobre sí misma.
Por último, la OMS propuso, en 1994, la siguiente definición para lograr el consenso: la calidad de vida es la "Percepción personal de un individuo de su situación en la vida, dentro del contexto cultural y de valores en que vive, y en relación con sus objetivos, expectativas, valores e intereses".
En los últimos 10 años las investigaciones sobre calidad de vida han ido aumentando en diferentes ámbitos del quehacer profesional y científico. Los avances de la medicina han posibilitado prolongar notablemente la vida. Ello ha llevado a poner especial acento en un término nuevo: "Calidad de Vida Relacionada con la Salud". Así, la meta de la atención en salud se está orientando no sólo a la eliminación de la enfermedad, sino fundamentalmente a la mejora de la calidad de vida del paciente.
La calidad de vida es un concepto que va más allá de lo físico, pues implica valores y actitudes mentales. Su búsqueda es una constante en la vida del hombre desde el comienzo de los tiempos. Poetas y filósofos han intentado definir, explicar y analizar lo que verdaderamente hace feliz al hombre. La calidad de vida es un estado positivo desde todos los puntos de vista. Es estar en la plenitud, es poder funcionar al cien por cien. Físicamente, significa encontrarse en buenas condiciones, fuerte, resistente a las enfermedades o poder sobreponerse rápidamente a ellas. Desde el punto de vista psíquico, es poder disfrutar, hacerse cargo de las responsabilidades, combatir la tensión nerviosa y el estrés. Desde el punto de vista emocional, es estar en paz. La persona que mantiene su calidad de vida es una persona que se siente bien, vigorosa, entusiasmada, con la sonrisa propia del que se siente bien en todas sus dimensiones.
Socialización del Estilo de Vida.
Según Wold, B. (1989) (citado por Gómez, J., et al, 2003) la socialización del estilo de vida puede ser considerada como un proceso por el cual las personas adquieren los patrones de conductas y de hábitos que constituyen su estilo de vida, así como las actitudes, los valores y las normas relacionadas con el mismo. Este proceso implica el aprendizaje de roles relacionados con los estilos de vida y las conductas de salud específicos de una sociedad. También resulta evidente la estrecha relación que existe entre la cultura, el concepto de salud que se tenga y la calidad de vida. De hecho, el modo de comprender la vida humana difiere según una cultura de otra y de esa misma manera, ocurre con la noción de calidad de vida.
En cuanto al proceso de socialización de los estilos de vida, podemos considerar tres modelos:
a) La Teoría de Campo de Kurt Lewin (1963) que constituye un punto de referencia para entender el desarrollo y los cambios conductuales. Según este autor, la conducta está en función del estado de la persona y de su ambiente, siendo la estructura del espacio vital la que determina los movimientos posibles de la persona en ese espacio, en definitiva su comportamiento.
b) El Interaccionismo Simbólico nos permite entender el proceso de cambio, esto es, cómo se produce el desarrollo y cambio de conducta. Las aportaciones de George Herbert Blumer (1938) sirven para comprender como las personas adquirimos las normas, los valores, las actitudes y los hábitos de los grupos sociales o la cultura a la cual pertenecemos. Considera que un individuo se convierte en persona cuando es capaz de tomarse a sí mismo desde la perspectiva del otro. A partir de esta asunción del otro generalizado, adquirimos los valores de la cultura que nos envuelve, lo que marcará el estilo de vida.
c) La otra perspectiva es la Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura (1977). En ella Bandura analiza los procesos de aprendizaje que se dan en el individuo. Concretamente, los procesos de imitación y modelado sirven de base para entender la socialización del estilo de vida. Observando el modo en que los demás se comportan así como las consecuencias de su comportamiento nos formamos una idea de cómo ejecutar determinadas conductas y en el futuro la información codificada nos sirve de guía para nuestro propio comportamiento. Así por ejemplo, la conducta de los padres, los amigos y los profesores influye en el aprendizaje del estilo de vida de los adolescentes.
Es importante destacar en cuanto a la calidad de vida y la enfermedad mental que desde la psiquiatría y la psicología se realizan evaluaciones de calidad de vida con el fin de medir los resultados de programas y terapias para enfermos crónicos, en especial personas con esquizofrenia y con depresión mayor. Ha tenido una importante atención la reflexión sobre los efectos de la desinstitucionalización tanto sobre los sujetos como sobre las familias a partir de la conocida reforma psiquiátrica. También se han estudiado las repercusiones del grado de apoyo social, el funcionamiento personal y el nivel de autonomía en la calidad de vida.
Educación para la Salud y Promoción de la Salud: estrategias para mejorar los estilos y la calidad de vida.
La intervención en el ámbito de los estilos de vida saludables siempre ha estado relacionada con el desarrollo de dos amplias disciplinas como son:
a) Educación para la Salud.
Para Green, L. (1984) (citado por Gómez, J., et al, 2003) la educación para la salud es la disciplina encargada de comunicar a las personas de lo que es la salud, considerando las tres facetas que la conforman: biológica, psicológica y social, así como de transmitir información sobre los comportamientos específicos que suponen un riesgo para la salud y aquellos otros que por el contrario ensalzan la salud. Podemos hablar de tres grandes áreas de intervención:
•La educación para la salud en la escuela: tiene como meta mejorar la salud biopsicosocial de los niños y adolescentes. Entre los principales objetivos están: la salud comunitaria, la salud de consumo, la salud ambiental, la vida familiar, el crecimiento y el desarrollo, la salud nutricional, la prevención y el control de enfermedades, la prevención de accidentes y la seguridad, el uso y abuso de sustancias.
•En la comunidad: en contraste con la escuela no existe un contexto específico ni unos objetivos claros. Se trata de programas que se realizan para prevenir y mejorar los problemas de salud que presenta la comunidad en general. Ejemplos de este tipo de programas puede ser una campaña antitabaco o un programa de planificación familiar.
•La educación de pacientes: ésta se lleva a cabo fundamentalmente en contextos médicos donde la población está constituida por personas que han sido diagnosticadas de alguna enfermedad y que se encuentran bajo tratamiento médico. El objetivo suele ser aminorar los riesgos asociados a dicha enfermedad. Son los médicos los profesionales que directa o indirectamente se encargan de esta labor.
Green, L; Kreuter, M; Deeds,S y Patridge, K (1980) (citado por Gómez, J., et al, 2003) plantean la existencia de tres tipos de factores que influyen en las conductas de salud:
•los factores predisposicionales, que son los antecedentes de la conducta que tienen una gran fuerza motivacional en la toma de decisiones de una conducta de salud (actitudes y creencias);
•los factores facilitadores, que son las habilidades y los recursos necesarios para la realización de una conducta (por ejemplo, en salud bucal, habilidades de lavado de dientes o el acceso a dentífricos con flúor);
• los factores reforzadores, que son los refuerzos tangibles o no, los incentivos o los castigos asociados a una conducta, que contribuyen a la persistencia o a la desaparición de dicha conducta (por ejemplo, aprobación de los amigos por el consumo de tabaco).
b) Promoción de la Salud.
Más que una disciplina, la promoción de la salud es un planteamiento filosófico global sobre la salud y la calidad de vida de las personas. La promoción de la salud se diferencia de la educación para la salud en que ésta última trata de cambiar comportamientos concretos en una población específica, sin embargo la promoción de la salud es un planteamiento holista de intervención. Sin embargo, la mayoría de los autores consideran la educación para la salud como parte de la promoción de la salud (Matarazzo, J., 1984 / citado por Gómez, J., et al, 2003).
La promoción de la salud designa un movimiento hacia un estado positivo de salud y bienestar. Se ocupa de las personas y su bienestar desde la perspectiva de esas mismas personas. Como participantes, las personas necesitan tener tanto control como sea posible para alcanzar la salud y un estado de bienestar. Lejos de culpabilizar a la víctima, la búsqueda de la salud y el bienestar es una responsabilidad tanto del individuo como de la sociedad en general. De hecho, los componentes conductuales juegan un rol importante, pero también los contextos ecológicos, económicos y sociales son especialmente relevantes (McDonald, T. 1998 /citado por Gómez, J., et al, 2003).
Por consiguiente, la principal función de la promoción de la salud consiste en crear las condiciones que promuevan la salud ocasionando cambios en política local, nacional e internacional.
Recomendaciones en la Promoción de Estilos de Vida Saludables.
Señala Sinha, P. (1993) (citado por Gómez, J., et al, 2003) que aunque la educación y la promoción de la salud pueden llevarse a cabo en grupos de todas las edades (niños, adolescentes, adultos, tercera edad), posee mucha más relevancia en la infancia y en la adolescencia. Esto es así debido a que en estas edades se adquieren los hábitos de estilo de vida, que serán más difíciles de modificar en el transcurso de la vida.
Así pues, las estrategias de intervención útiles que propone el referido autor, deben tratar de cubrir las siguientes recomendaciones:
• Conseguir que los entornos físicos y sociales faciliten la actividad física.
• Redactar leyes consistentes con la promoción de las conductas de salud.
• Facilitar el acceso de productos saludables (alimentos bajos en grasas) y restringir el acceso de productos insanos (tabaco, alcohol, alimentos ricos en grasas y azúcares).
• Transmitir la importancia de un estilo de vida saludable (dieta saludable, estar físicamente activos), así como el peligro asociado al estilo de vida insano (consumo de tabaco y de alcohol, sedentarismo).
• Que los programas educativos incorporen la enseñanza de habilidades para la toma de decisiones, habilidades de consumo y habilidades para el cambio conductual; y faciliten el apoyo de los grupos, amigos y de la familia en la adquisición de los estilos de vida.
• Por último, remarcar la importancia de combinar las estrategias que fomenten comportamientos saludables junto a otras que traten de modificar los comportamientos insanos, debido a que los comportamientos saludables pueden ser incompatibles con estilos de vida insanos. Por ejemplo, la práctica de actividad física es fundamental tanto para la prevención como para el cambio de los estilos de vida insanos. Se sabe como las personas físicamente activas se comprometen con más frecuencia con comportamientos saludables y con menor frecuencia con conductas de riesgo para la salud, en comparación con las personas sedentarias.
Referencias Bibliográficas.
Alonso, F. (1974). Psicología médica y social (2ª Ed.) Madrid: Paz Montalvo.
Gil Roales-Nieto, Jesús (2004). Psicología de la Salud. Madrid: Ediciones Pirámide.
Goldman, Howard (1989). Psiquiatría General. México: Manual Moderno.
Gómez, José; Jurado, María; Viana, Bernardo, Da Silva, Edir y Hernandez, Antonio (2003). Estilos y Calidad de
Vida. En: www.wfdeportes.com
Páginas Web:
http://bvs/sld.cu/revistas/
http://psicologia-ambiental.com/
http;//:www.psicologia-ambiental_/
http://www.psicologiacientifica.com/
http://es.wikipedia.org/
1. PSICOLOGIA AMBIENTAL.
La experiencia humana depende en gran medida del lugar en donde ocurre. Las sensaciones, los recuerdos y los sentimientos de nuestro pasado y presente están ligados a las experiencias que hemos tenido, y éstas están ligadas a los lugares alrededor de los cuales se desarrolla nuestra existencia. Nosotros somos los lugares en donde hemos estado. Es ésta experiencia intuitiva la que funda la Psicología Ambiental, ya que parte del hecho de que la experiencia humana está indisolublemente ligada a la experiencia espacial.
El psicólogo Kurt Lewin (1890-1947) fué uno de los primeros en dar importancia a la relación entre los seres humanos y el medio ambiente. Su objetivo era determinar la influencia que el medio ambiente tiene sobre las personas, las relaciones que establecen los individuos con éste, así como la forma en que las personas actúan, reaccionan y se organizan con respecto al medio ambiente. De acuerdo con la Psicología Ambiental, el medio ambiente se puede definir como todos aquellos contextos en los cuales el sujeto actúa (por ejemplo, casas de vivienda, oficinas, escuelas, calles, etcétera) enfatizando principalmente en el comportamiento grupal antes que en el comportamiento individual.
La Psicología Ambiental es una disciplina joven, que puede definirse como el estudio del comportamiento humano en relación con el medio ambiente ordenado y delimitado por el hombre. Esta especialidad hizo su aparición a principios de los años 1970, obteniendo una rápida evolución gracias a las publicaciones en revistas especializadas (fundamentalmente anglosajonas) y a la multiplicación de encuentros y conferencias internacionales sobre el tema. En 1973 la Asociación Americana de Psicología (APA) crea una sección de investigación acerca de la relación entre los entornos físicos y el comportamiento humano, lo que impulsó la rápida expansión de ésta disciplina. También permitió el reconocimiento de problemas ambientales tales como la contaminación, que comenzó a tomar protagonismo, inicialmente, en las oficinas jurídicas norteamericanas.
Como se mencionó anteriormente, la Psicología Ambiental se basa en el estudio de la relación del individuo con el medio ambiente dentro del cual evoluciona. El medio ambiente se encuentra marcado culturalmente y es el que transporta los significados que integran el funcionamiento cognitivo y comportamental del individuo. La relación de un individuo con un espacio está en función de su presente, pero también con su pasado histórico, lo que le permite a su vez una proyección hacia el futuro; es decir, el contexto ambiental toma toda su significación en referencia a la dimensión temporal, lo cual hace al individuo objeto de percepciones, de actitudes y de comportamientos desplegados en torno a los aspectos internos y a la dinámica de cada contexto ambiental en particular. En otras palabras, se hace referencia no solamente al espacio, sino a la historia del lugar, la cual está ligada a su vez, a la historia de los individuos en diferentes etapas, tanto recientes como remotas.
La Psicología Ambiental se interesa, por una parte, en el contexto ambiental, y por la otra, en el hecho de que el lugar donde se vive sea un espacio apropiado para las personas que lo habitan, ya que éste es parte integrante del comportamiento humano. El marco de vida en el cual viven y se desarrollan los individuos permite la formación de la identidad de cada persona, a la vez que la sitúa en los ámbitos social, económico y cultural. El medio ambiente nos aporta información sobre los individuos, sobre sus valores y sus intereses. Esta noción comprende tanto el medio ambiente natural (ecosistemas, recursos naturales, fenómenos naturales) como el medio ambiente construído o acondicionado por el hombre (hábitat). Por ello, uno de los objetivos principales de la Psicología Ambiental consiste en integrar en las políticas de planificación de las comunidades, el área técnica (urbanismo) con el área psicosocial (valores, creencias, costumbres, etcétera) para facilitar así las soluciones que respondan a la realidad de cada comunidad en particular.
En Psicología Ambiental las nociones de espacio y de lugar son muy importantes, incluso centrales, porque ellas permiten reconocer el nivel de control de los individuos sobre el medio. Se ha establecido una categorización que clasifica los niveles medio-ambientales, los cuales se mencionan a continuación:
b) Micro-ambiente (espacio privado o individual): se trata del lugar donde el individuo tiene el control espacial, lo cual es importante para el bienestar personal. Es el lugar de permanencia, de estabilidad, que aporta un sentimiento de seguridad donde se desarrolla la vida privada. Se trata del espacio personalizado, delimitado por barreras físicas o simbólicas y donde cohabitan personas unidas por un parentesco o por un vínculo afectivo.
c) Macro-ambiente (espacio público): es un espacio amplio compartido por colectivos humanos, cuyo control es delegado en instancias institucionales. En otras palabras, se trata de un conjunto de individuos en un espacio común que mediante los mecanismos de comunicación grupal presentan una vinculación a través de las relaciones sociales.
d) Ambiente Global (dimensión planetaria): el control sobre éste ambiente en su totalidad está fuera de las posibilidades individuales, no obstante, existen conductas colectivas conocidas como comportamientos ecológicos (con la noción del bien común) cuya finalidad es la preservación y la conservación del medio ambiente a nivel mundial, concretamente, en diversos espacios geográficos del planeta, para el beneficio de las presentes y las venideras generaciones.
En correlación con la ya reseñada descripción de la clasificación de los niveles medio-ambientales, debe tomarse también en cuenta para el estudio de la interrelación individuo-ambiente, las perspectivas de aproximación entre ambos; así, se ha establecido los enfoques de estudio desde la perspectiva cognitiva y desde la perspectiva social.
1) La perspectiva Cognitiva de aproximación Individuo-Ambiente: argumenta que las relaciones de la persona con su entorno son, en realidad, un verdadero proceso de interacción entre ambos. La interacción tiene como resultado un proceso de representación del entorno que genera en su uso actitudes, creencias, expectativas, imágenes, que constituyen las "cogniciones" que son en realidad los elementos a tener en cuenta para poder adecuar los entornos a los individuos. Este modelo, procedente de las teorías del procesamiento de la información, supone que los individuos, en el proceso de interacción entre ellos, y entre ellos y sus entornos, elaboran representaciones, imágenes, creencias, actitudes, expectativas, etcétera, producto de sus capacidades cognitivas. En la medida en que pueden ser compartidas por un amplio número de personas, estas cogniciones pueden ser calificadas de sociales.
2) La perspectiva Social de aproximación Individuo-Ambiente: considera también que el punto crucial es la interacción de la persona con su entorno, pero que hay que ir más allá en el planteamiento para considerar que ésta interacción es, por encima de todo, social, incluso cuando hablamos de una persona concreta y de un entorno concreto. Se tratará por tanto de hallar la forma de aprehender las "cogniciones sociales" relacionadas con el entorno, entendidas éstas, no como una suma de individualidades, sino como de verdadera naturaleza social. Interesa, entonces, hallar las formas de interacción social con nuestros entornos, las representaciones, las imágenes, las expectativas y las actitudes socialmente generadas. Es decir, cuando las cogniciones de cada individuo acerca de su entorno coinciden en una especie de acuerdo o consenso grupal debido a que son compartidas por un amplio grupo de personas, ese conjunto de cogniciones integradas se convierten entonces en una cognición social acerca del entorno ambiental colectivo.
Así, se espera que la organización social a la cual pertenece el individuo le dé la posibilidad de adaptarse con mayor eficacia a su medio natural, mostrando la mejor manera de atender sus necesidades básicas, fundamentado en el respeto hacia la naturaleza y hacia los ecosistemas. El individuo que se desarrolla en un contexto preocupado por el aprovechamiento adecuado de los recursos, sin deteriorar el medio ambiente, aprende a tener conciencia de la interdependencia entre él y la naturaleza. De éste modo, las presentes y futuras generaciones crearán los medios de supervivencia dentro de un marco viable que no afecte su entorno, lo cual es tan indispensable, como la conservación de la propia vida de los habitantes. Los grupos humanos pertenecientes a una sociedad se estructuran en función al sistema de valores que lo sustentan. Por ejemplo, el niño aprende, se forma y adquiere actitudes que van a influir en su forma de pensar y en su comportamiento de adulto. Una actitud no determina la conducta, pero sí influye en el sujeto en el momento de actuar. Las actitudes juegan un papel importante en la toma de decisiones y en las conductas humanas relacionadas con el ambiente, y resultan indicadores útiles para predecir la disposición de una persona a actuar de una manera u otra con respecto a su entorno ambiental. Una actitud ambiental es la que nos ayuda a elegir el lugar donde queremos vivir y desarrollar nuestro potencial. Otra actitud ambiental es la que nos lleva a tomar decisiones destinadas a respetar la naturaleza actuando a favor de la ecología.
Por otra parte, es importante destacar que cada día estamos expuestos a un amplio rango de estresores ambientales que amenazan la salud y el bienestar de los seres vivos. La percepción que tenemos de estas amenazas y la forma cómo reaccionamos ante ellas constituye uno de los tópicos más importantes en la Psicología Ambiental.
Los estresores ambientales pueden ser factores tales como la temperatura, el ruido, los desechos tóxicos, la presión demográfica, las inundaciones, las sequías, entre otros, aspectos que tienen un impacto significativo sobre la salud y el bienestar de los seres vivos. Las personas se adaptan a estos estresores activando conocimientos, normas, desarrollando habilidades y estrategias cognitivo-conductuales y modificando sus actitudes. Para ello se lleva a cabo investigaciones aplicadas en Psicología Ambiental, cuyos resultados son muy importantes ya que son susceptibles de guiar las políticas públicas y particularmente los programas de desarrollo en las siguientes áreas: procesos de acondicionamiento del medio construído (edificios de viviendas, educativos, laborales, deportivos, recreativos, etcétera); procesos de acondicionamiento de espacios naturales, parques y jardines; preservación del medio ambiente (comportamientos ecológicos); elaboración de programas de formación pedagógica destinados s la educación ambiental; prevención de conductas de riesgo; atención en situaciones de desastres ambientales y condiciones de riesgo ambiental (estrés ambiental, ruido, contaminación, aglomeración).
2. CALIDAD DE VIDA. ESTILOS DE VIDA.
Según P. Pritchard (1981) en su publicación “Manual de Atención Primaria de Salud” (citado por Gómez, J., et al (2003), se puede considerar que en la definición general acerca de lo que significa la “salud” destacan tres aspectos importantes: en primer lugar la salud es un "proceso de adaptación" a un entorno social que abarca factores naturales y otros creados por el hombre. En segundo lugar la salud significa cosas diferentes para los diferentes pueblos y las diferentes culturas. Y en tercer lugar se trata de un proceso dinámico, con estímulos y respuestas, en cambio continuo, constante y permanente.
Continúa expresando que cada persona es una combinación única y diferente, de su constitución genética, su aprendizaje y su experiencia, su personalidad y sus expectativas, no viéndose como enfermo cuando prevalece un estado de equilibrio satisfactorio entre él y su entorno, viviendo con un nivel de ansiedad aceptable y tolerable. Por tanto, debe mantenerse en equilibrio ante las tensiones familiares (pareja, hijos, padres, etcétera), del trabajo (fatiga, desempleo, riesgos del aburrimiento, jubilación, etcétera), del entorno social (vecindario, pobreza, cultura, educación, etcétera), de las enfermedades (infecciones, heridas, riesgos ambientales, cáncer, etcétera) y de los hábitos de vida nocivos (tabaco, alcohol, sedentarismo, drogas y sobrealimentación).
Sostiene que la salud, en suma, es un producto de equilibrios muy complicados y complejos y su atención conlleva e implica una respuesta a ésta especial situación. Conviene recordar aquí, el abordaje de los aspectos mencionados, desde la óptica del modelo bio-psico-social en la práctica médica.
a) Estilos de Vida
Como lo señala Y. Pastor (1999) (citado por Gómez, J., et al, 2003), aunque el interés por el estudio de los estilos de vida saludables ha tenido su punto más álgido en la década de 1980, el concepto de estilo de vida no constituye un ámbito de estudio nuevo. Por el contrario, desde hace ya mucho tiempo este concepto ha sido un tema de estudio abordado por disciplinas como la sociología y el psicoanálisis, y desde hace relativamente menos tiempo, por disciplinas tales como la antropología, la medicina y la psicología de la salud. Según el referido autor, en general, desde todas las orientaciones mencionadas, se entiende el estilo de vida como "la forma de vida de las personas o de los grupos”.
Por ejemplo, en el enfoque sociológico se consideraba que las variables sociales eran los principales determinantes de la adopción y del mantenimiento de un estilo de vida determinado, mientras que desde el psicoanálisis los determinantes se desplazaron desde la sociedad al individuo y a su personalidad. A mediados del siglo XX, la antropología abordó el estudio de los estilos de vida desde un enfoque cultural y la medicina desde un enfoque biologicista, estableciendo que las personas tienen estilos de vida sanos o insanos por su propia voluntad, recayendo por lo tanto la responsabilidad sobre las personas y no sobre las instituciones (Erben, R.; Franzkowiak, P. y Wenzel, E. (1992) /citado por Gómez, J., et al, 2003).
En la XXXI sesión del comité regional de la O.M.S. para Europa, se ofreció una definición del estilo de vida que lo describía como "una forma general de vida basada en la interacción entre las condiciones de vida en un sentido amplio y los patrones individuales de conducta determinados por factores socioculturales y características personales" Aunque no se introdujo una definición concreta para el término de estilo de vida saludable, esta conceptualización de estilo de vida en general ha servido de base a los investigadores para clarificar éste término.
A pesar de no existir una definición unánime, la mayoría de los autores definen los estilos de vida saludables como un "conjunto de patrones conductuales que poseen repercusiones para la salud de las personas". En lo que no todos coinciden es en si éstos patrones conductuales son elegidos voluntaria o involuntariamente por las personas. Mientras que el modelo médico ha defendido el carácter exclusivamente voluntario de tal elección, los autores de orientación psicosocial entienden la elección como involuntaria en cierta medida ya que reconocen la influencia de las variables psicosociales en la adquisición y mantenimiento de los estilos de vida (Pastor, Y., Balaguer, I. y Garcia-Merita, M. / citado por Gómez, J., et al, 2003).
Según Rodríguez-Marín, J. y García, J., (1995) (citado por Gómez, J., et al, 2003) en resumen, desde los modelos psicosociales, podemos definir el estilo de vida saludable como un "conjunto de patrones conductuales o hábitos que guardan una estrecha relación con la salud". Por patrones conductuales entendemos formas recurrentes de comportamiento que se ejecutan de forma estructurada y que se pueden entender como hábito cuando constituyen el modo habitual de responder a diferentes situaciones. Estos hábitos se aprenden a lo largo del proceso de socialización del individuo y una vez adquiridos son difíciles de modificar.
b) Calidad de Vida.
El interés por la calidad de vida ha existido desde tiempos inmemorables. En la disciplina Psicológica, el autor A. Maslow (1954), en su libro “Motivación y Personalidad” plantea una sabiduría biológica, una tendencia innata en el hombre a elegir lo que es beneficioso para él, o, por lo menos, a desearlo.
Sin embargo, la aparición del concepto de “calidad de vida” como tal y la preocupación por la evaluación sistemática y científica de éste aspecto, es relativamente reciente. La idea comienza a popularizarse en la década de 1960, hasta convertirse hoy en un concepto utilizado en ámbitos muy diversos, como son la salud, la salud mental, la educación, la economía, la política y el mundo de los servicios en general.
Los indicadores sociales y económicos permiten medir datos y hechos vinculados al bienestar social de una población. Estos indicadores tuvieron su propia evolución, siendo en un primer momento referencia de las condiciones objetivas de tipo económico y social, para en un segundo momento, contemplar elementos subjetivos (Arostegui, I., 1998 / citado por Gómez, J., et al, 2003).
La expresión "Calidad de Vida" comienza a definirse, como concepto integrador que comprende todas las áreas de la vida (carácter multidimensional), a mediados de 1970 y comienzos de 1980. Transcurridos casi 30 años, aún existe una falta de consenso sobre la definición del constructo y su evaluación. Así, aunque históricamente han existido dos aproximaciones básicas: aquella que lo concibe como una entidad unitaria y la que lo considera un constructo compuesto por una serie de elementos, todavía se pueden encontrar diversos modelos conceptuales acerca de calidad de vida.
En 1992, la “calidad de vida” fué definida como "la calidad de las condiciones de vida de una persona, como la satisfacción experimentada por la persona con dichas condiciones vitales, como la combinación de componentes objetivos y subjetivos, es decir, calidad de vida es definida como la calidad de las condiciones de vida de una persona junto a la satisfacción que ésta experimenta y, por último, como la combinación de las condiciones de vida y la satisfacción personal ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas" (Felce, Y. y Perry, J., 1995 / citado por Gómez, J., et al, 2003).
Para Dennis, R; Williams, W; Giangreco, M y Cloninger, Ch (1994) (citado por Gómez, J., et al, 2003), los enfoques de investigación del concepto de calidad de vida son variados, pero podrían englobarse en dos tipos:
• Enfoques Cuantitativos: cuyo propósito es operacionalizar la calidad de vida. Para ello, han estudiado diferentes indicadores: Sociales (se refieren a condiciones externas relacionadas con el entorno como la salud, el bienestar social, la amistad, el estándar de vida, la educación, la seguridad pública, el ocio, el vecindario, la vivienda, etc.); Psicológicos (miden las reacciones subjetivas del individuo a la presencia o ausencia de determinadas experiencias vitales); Ecológicos (miden el ajuste entre los recursos del sujeto y las demandas del ambiente).
• Enfoques Cualitativos: que adoptan una postura de escucha a la persona mientras relata sus experiencias, desafíos y problemas y cómo los servicios sociales y de salud pueden apoyarles eficazmente.
Por tanto, el concepto calidad de vida es relativo, como lo son otros (bienestar, felicidad, etcétera). Resulta evidente que hay muchos condicionamientos que influyen en éste aspecto (físicos, psíquicos, sociales, espirituales, culturales, filosóficos, médicos, etcétera) y que tienen mucho que ver con la valoración que la persona haga sobre sí misma.
Por último, la OMS propuso, en 1994, la siguiente definición para lograr el consenso: la calidad de vida es la "Percepción personal de un individuo de su situación en la vida, dentro del contexto cultural y de valores en que vive, y en relación con sus objetivos, expectativas, valores e intereses".
En los últimos 10 años las investigaciones sobre calidad de vida han ido aumentando en diferentes ámbitos del quehacer profesional y científico. Los avances de la medicina han posibilitado prolongar notablemente la vida. Ello ha llevado a poner especial acento en un término nuevo: "Calidad de Vida Relacionada con la Salud". Así, la meta de la atención en salud se está orientando no sólo a la eliminación de la enfermedad, sino fundamentalmente a la mejora de la calidad de vida del paciente.
La calidad de vida es un concepto que va más allá de lo físico, pues implica valores y actitudes mentales. Su búsqueda es una constante en la vida del hombre desde el comienzo de los tiempos. Poetas y filósofos han intentado definir, explicar y analizar lo que verdaderamente hace feliz al hombre. La calidad de vida es un estado positivo desde todos los puntos de vista. Es estar en la plenitud, es poder funcionar al cien por cien. Físicamente, significa encontrarse en buenas condiciones, fuerte, resistente a las enfermedades o poder sobreponerse rápidamente a ellas. Desde el punto de vista psíquico, es poder disfrutar, hacerse cargo de las responsabilidades, combatir la tensión nerviosa y el estrés. Desde el punto de vista emocional, es estar en paz. La persona que mantiene su calidad de vida es una persona que se siente bien, vigorosa, entusiasmada, con la sonrisa propia del que se siente bien en todas sus dimensiones.
Socialización del Estilo de Vida.
Según Wold, B. (1989) (citado por Gómez, J., et al, 2003) la socialización del estilo de vida puede ser considerada como un proceso por el cual las personas adquieren los patrones de conductas y de hábitos que constituyen su estilo de vida, así como las actitudes, los valores y las normas relacionadas con el mismo. Este proceso implica el aprendizaje de roles relacionados con los estilos de vida y las conductas de salud específicos de una sociedad. También resulta evidente la estrecha relación que existe entre la cultura, el concepto de salud que se tenga y la calidad de vida. De hecho, el modo de comprender la vida humana difiere según una cultura de otra y de esa misma manera, ocurre con la noción de calidad de vida.
En cuanto al proceso de socialización de los estilos de vida, podemos considerar tres modelos:
a) La Teoría de Campo de Kurt Lewin (1963) que constituye un punto de referencia para entender el desarrollo y los cambios conductuales. Según este autor, la conducta está en función del estado de la persona y de su ambiente, siendo la estructura del espacio vital la que determina los movimientos posibles de la persona en ese espacio, en definitiva su comportamiento.
b) El Interaccionismo Simbólico nos permite entender el proceso de cambio, esto es, cómo se produce el desarrollo y cambio de conducta. Las aportaciones de George Herbert Blumer (1938) sirven para comprender como las personas adquirimos las normas, los valores, las actitudes y los hábitos de los grupos sociales o la cultura a la cual pertenecemos. Considera que un individuo se convierte en persona cuando es capaz de tomarse a sí mismo desde la perspectiva del otro. A partir de esta asunción del otro generalizado, adquirimos los valores de la cultura que nos envuelve, lo que marcará el estilo de vida.
c) La otra perspectiva es la Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura (1977). En ella Bandura analiza los procesos de aprendizaje que se dan en el individuo. Concretamente, los procesos de imitación y modelado sirven de base para entender la socialización del estilo de vida. Observando el modo en que los demás se comportan así como las consecuencias de su comportamiento nos formamos una idea de cómo ejecutar determinadas conductas y en el futuro la información codificada nos sirve de guía para nuestro propio comportamiento. Así por ejemplo, la conducta de los padres, los amigos y los profesores influye en el aprendizaje del estilo de vida de los adolescentes.
Es importante destacar en cuanto a la calidad de vida y la enfermedad mental que desde la psiquiatría y la psicología se realizan evaluaciones de calidad de vida con el fin de medir los resultados de programas y terapias para enfermos crónicos, en especial personas con esquizofrenia y con depresión mayor. Ha tenido una importante atención la reflexión sobre los efectos de la desinstitucionalización tanto sobre los sujetos como sobre las familias a partir de la conocida reforma psiquiátrica. También se han estudiado las repercusiones del grado de apoyo social, el funcionamiento personal y el nivel de autonomía en la calidad de vida.
Educación para la Salud y Promoción de la Salud: estrategias para mejorar los estilos y la calidad de vida.
La intervención en el ámbito de los estilos de vida saludables siempre ha estado relacionada con el desarrollo de dos amplias disciplinas como son:
a) Educación para la Salud.
Para Green, L. (1984) (citado por Gómez, J., et al, 2003) la educación para la salud es la disciplina encargada de comunicar a las personas de lo que es la salud, considerando las tres facetas que la conforman: biológica, psicológica y social, así como de transmitir información sobre los comportamientos específicos que suponen un riesgo para la salud y aquellos otros que por el contrario ensalzan la salud. Podemos hablar de tres grandes áreas de intervención:
•La educación para la salud en la escuela: tiene como meta mejorar la salud biopsicosocial de los niños y adolescentes. Entre los principales objetivos están: la salud comunitaria, la salud de consumo, la salud ambiental, la vida familiar, el crecimiento y el desarrollo, la salud nutricional, la prevención y el control de enfermedades, la prevención de accidentes y la seguridad, el uso y abuso de sustancias.
•En la comunidad: en contraste con la escuela no existe un contexto específico ni unos objetivos claros. Se trata de programas que se realizan para prevenir y mejorar los problemas de salud que presenta la comunidad en general. Ejemplos de este tipo de programas puede ser una campaña antitabaco o un programa de planificación familiar.
•La educación de pacientes: ésta se lleva a cabo fundamentalmente en contextos médicos donde la población está constituida por personas que han sido diagnosticadas de alguna enfermedad y que se encuentran bajo tratamiento médico. El objetivo suele ser aminorar los riesgos asociados a dicha enfermedad. Son los médicos los profesionales que directa o indirectamente se encargan de esta labor.
Green, L; Kreuter, M; Deeds,S y Patridge, K (1980) (citado por Gómez, J., et al, 2003) plantean la existencia de tres tipos de factores que influyen en las conductas de salud:
•los factores predisposicionales, que son los antecedentes de la conducta que tienen una gran fuerza motivacional en la toma de decisiones de una conducta de salud (actitudes y creencias);
•los factores facilitadores, que son las habilidades y los recursos necesarios para la realización de una conducta (por ejemplo, en salud bucal, habilidades de lavado de dientes o el acceso a dentífricos con flúor);
• los factores reforzadores, que son los refuerzos tangibles o no, los incentivos o los castigos asociados a una conducta, que contribuyen a la persistencia o a la desaparición de dicha conducta (por ejemplo, aprobación de los amigos por el consumo de tabaco).
b) Promoción de la Salud.
Más que una disciplina, la promoción de la salud es un planteamiento filosófico global sobre la salud y la calidad de vida de las personas. La promoción de la salud se diferencia de la educación para la salud en que ésta última trata de cambiar comportamientos concretos en una población específica, sin embargo la promoción de la salud es un planteamiento holista de intervención. Sin embargo, la mayoría de los autores consideran la educación para la salud como parte de la promoción de la salud (Matarazzo, J., 1984 / citado por Gómez, J., et al, 2003).
La promoción de la salud designa un movimiento hacia un estado positivo de salud y bienestar. Se ocupa de las personas y su bienestar desde la perspectiva de esas mismas personas. Como participantes, las personas necesitan tener tanto control como sea posible para alcanzar la salud y un estado de bienestar. Lejos de culpabilizar a la víctima, la búsqueda de la salud y el bienestar es una responsabilidad tanto del individuo como de la sociedad en general. De hecho, los componentes conductuales juegan un rol importante, pero también los contextos ecológicos, económicos y sociales son especialmente relevantes (McDonald, T. 1998 /citado por Gómez, J., et al, 2003).
Por consiguiente, la principal función de la promoción de la salud consiste en crear las condiciones que promuevan la salud ocasionando cambios en política local, nacional e internacional.
Recomendaciones en la Promoción de Estilos de Vida Saludables.
Señala Sinha, P. (1993) (citado por Gómez, J., et al, 2003) que aunque la educación y la promoción de la salud pueden llevarse a cabo en grupos de todas las edades (niños, adolescentes, adultos, tercera edad), posee mucha más relevancia en la infancia y en la adolescencia. Esto es así debido a que en estas edades se adquieren los hábitos de estilo de vida, que serán más difíciles de modificar en el transcurso de la vida.
Así pues, las estrategias de intervención útiles que propone el referido autor, deben tratar de cubrir las siguientes recomendaciones:
• Conseguir que los entornos físicos y sociales faciliten la actividad física.
• Redactar leyes consistentes con la promoción de las conductas de salud.
• Facilitar el acceso de productos saludables (alimentos bajos en grasas) y restringir el acceso de productos insanos (tabaco, alcohol, alimentos ricos en grasas y azúcares).
• Transmitir la importancia de un estilo de vida saludable (dieta saludable, estar físicamente activos), así como el peligro asociado al estilo de vida insano (consumo de tabaco y de alcohol, sedentarismo).
• Que los programas educativos incorporen la enseñanza de habilidades para la toma de decisiones, habilidades de consumo y habilidades para el cambio conductual; y faciliten el apoyo de los grupos, amigos y de la familia en la adquisición de los estilos de vida.
• Por último, remarcar la importancia de combinar las estrategias que fomenten comportamientos saludables junto a otras que traten de modificar los comportamientos insanos, debido a que los comportamientos saludables pueden ser incompatibles con estilos de vida insanos. Por ejemplo, la práctica de actividad física es fundamental tanto para la prevención como para el cambio de los estilos de vida insanos. Se sabe como las personas físicamente activas se comprometen con más frecuencia con comportamientos saludables y con menor frecuencia con conductas de riesgo para la salud, en comparación con las personas sedentarias.
Referencias Bibliográficas.
Alonso, F. (1974). Psicología médica y social (2ª Ed.) Madrid: Paz Montalvo.
Gil Roales-Nieto, Jesús (2004). Psicología de la Salud. Madrid: Ediciones Pirámide.
Goldman, Howard (1989). Psiquiatría General. México: Manual Moderno.
Gómez, José; Jurado, María; Viana, Bernardo, Da Silva, Edir y Hernandez, Antonio (2003). Estilos y Calidad de
Vida. En: www.wfdeportes.com
Páginas Web:
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http://psicologia-ambiental.com/
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http://www.psicologiacientifica.com/
http://es.wikipedia.org/
sábado, 19 de febrero de 2011
PSICOLOGÍA SOCIAL. Temas 1 y 2.
Psicología Social / Conducta Social / Cognición Social.
1. La Psicología Social como especialidad dentro de las Ciencias Sociales.
Las Ciencias Sociales son todas aquellas disciplinas que se ocupan de los aspectos del ser humano, la cultura y la sociedad. Entre estas disciplinas podemos mencionar la Antropología, la Historia, la Psicología, la Sociología, la Economía, la Demografía, etcétera. El método de estudio de cada una de estas disciplinas tiene una forma de abordaje específico dependiendo de su objeto de estudio. Por ejemplo, la Sociología, que surge en el contexto del desarrollo de la sociedad industrial Europea (Francia, Alemania e Inglaterra) de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, centra su análisis en los grupos o en las sociedades, entendidas como un todo, pero no se detiene en la persona individual o en sus procesos psicológicos particulares. El primero en utilizar el termino “Sociología” fué el pensador francés Augusto Comte (1798-1857), después de que él mismo utilizara durante cierto tiempo la expresión de “Física Social” para referirse a la nueva ciencia. En contraste, la Psicología Social se especializa en el estudio del “comportamiento social”, entendido por éste el conjunto de conductas y procesos psicológicos que se originan y desarrollan en situaciones sociales. El estudio de los “comportamientos sociales” constituye, entonces, el objeto de estudio de la Psicología Social.
En términos generales, y a pesar de que todavía no parece haber consenso en el establecimiento de límites que separen la Psicología Social de otros campos de la Psicología y la Sociología, se suele marcar como objetivo principal de la Psicología Social la armonización de los enfoques individuales y sociales en la reflexión sobre la realidad social. El interés básico de ésta disciplina radica en el análisis, desde un enfoque psico-social, de las interacciones sociales entre individuos y entre grupos humanos.
La Psicología Social es uno de los campos científicos dentro de las Ciencias Sociales, dedicada al estudio objetivo de la conducta humana. Su enfoque particular está orientado hacia la comprensión de la conducta social sobre la base del proceso de influencia social. El carácter distintivo de la Psicología Social es que surge de dos factores fundamentales: a) el interés en el individuo como participante social y b) la importancia que le atribuye ésta disciplina a la comprensión de los procesos de influencia social. Los elementos que suelen mencionarse como distintivos de ésta forma de interpretar la Psicología Social son: el énfasis en el individuo, el carácter de especialidad psicológica, el papel predominante de la investigación experimental y la formulación de un conocimiento que permita la descripción, explicación y predicción del comportamiento.
Para abordar su objeto de estudio, la Psicología Social parte de dos supuestos teóricos importantes. Por un lado se adopta el supuesto según el cual los procesos psicológicos de la persona (aprendizaje, memoria, emoción, motivación, pensamiento etcétera) se relacionan con e influyen en el modo como funciona la sociedad y la manera en que ocurre la interacción social. Pero al mismo tiempo, se adopta el supuesto, según el cual, las variables y elementos de tipo macrosocial (instituciones, normas, procesos sociales, políticas públicas, estructuras sociales, etcétera) se relacionan con e influyen en la conducta y los procesos psicológicos de los individuos. Ambos supuestos teóricos son necesarios para entender a cabalidad qué estudia la Psicología Social y para diferenciarla del ámbito de interés de otras disciplinas que también se preocupan por lo que podríamos llamar el área de la conducta social humana.
Existen muchas definiciones de la Psicología Social. Entre ellas, destacan las que ponen el acento en su carácter de disciplina que estudia las influencias que las personas tienen sobre las creencias o conductas de otros (Aronson, 1979), o bien aquellas que afirman que la psicología social intenta comprender cómo el pensamiento, los sentimientos o la conducta de los individuos están influidos por la presencia actual, imaginada o implícita de los demás (Allport, 1968), o las que la definen como el estudio científico de las manifestaciones de comportamiento de carácter situacional suscitadas por la interacción de una persona con otras personas, o por la mera expectativa de tal interacción, así como de los estados internos que se infieren lógicamente de éstas manifestaciones (Rodrigues,1981). Como se puede observar, en todos los casos sobresalen las referencias a la influencia social y a la interacción entre individuos.
Las diversas propuestas y aportaciones de la Psicología Social se pueden simplificar en tres grandes áreas: a) los estudios que ponen énfasis en procesos sociales amplios, y que tienen en la sociedad su centro de interés; b) los estudios que ponen énfasis en procesos cognitivos, y que tienen en el individuo su centro de interés; y c) los estudios sobre relaciones, en donde el centro de interés no es el individuo o la sociedad, sino los mismos procesos de relación entre éstos ámbitos.
El espacio conceptual de la Psicología Social tiene un carácter eminentemente interdisciplinario. Sus reflexiones se han constituído a partir del contacto con otros enfoques y perspectivas; de ahí que en ocasiones se complique su definición y la acotación de sus especificidades desde el enfoque de lo social. Desde su nacimiento, la Psicología Social ha abordado temas relacionados con la influencia social y la interacción, pero en términos más específicos, se pueden listar algunos conceptos o campos de reflexión privilegiados por el enfoque psico-social, a saber: la percepción social, la cognición social, las creencias, las actitudes, los valores, la persuasión, la socialización, las conductas sociales, la personalidad, el comportamiento y la estructura de los grupos sociales, la relación entre el ambiente y el comportamiento, y la comunicación humana, entre otros.
Si bien las raíces históricas de la Psicología Social no pueden separarse de los orígenes de la misma Psicología General, existe cierto consenso entre los estudiosos en señalar algunos hitos que marcan el origen y desarrollo de la primera como disciplina independiente, con un campo de estudio propio. Así por ejemplo, se reconoce la importancia de algunos teóricos pre-experimentales como Gustav LeBon (1896) quien postuló la tesis de que existía una “mente grupal o colectiva”, que era cualitativamente diferente a la “mente individual” y que aparecía cuando la persona interactuaba en contextos grupales o colectivos.
Específicamente, se puede ubicar el nacimiento de la Psicología Social a principios del siglo XX, concretamente en el año 1908, y se reconoce como fundadores al sociólogo estadounidense Edgard Alsworth Ross y al psicólogo inglés William McDougall. Estos dos autores publicaron en 1908 un manual titulado “Introducción a la Psicología Social”. El investigador E. Ross infería de sus estudios la transmisión de la conducta social de persona a persona, tomando la noción de interdependencia individuo – sociedad. Así, planteaba la Psicología Social como el estudio del vínculo psíquico entre el hombre y su medio ambiente (interacción social). Por su parte, W. McDougall esboza una teoría controvertida sobre los instintos humanos (éste concepto había tenido su origen en los trabajos de Charles Darwin, 1858; y William James, 1890). La teoría de los instintos postulaba que el comportamiento social era explicado por los “instintos”, las tendencias innatas y hereditarias, que motivan y dirigen la conducta, y ésta finalmente era consecuencia del desarrollo evolutivo. Visto desde este enfoque, los instintos eran considerados por el autor, como la motivación principal de toda actividad humana.
Posteriormente, George Herbert Mead (1934) realizó un trabajo respecto a la relación entre el individuo y su ambiente, considerándola como una relación dialéctica. Enfatizó en la aplicación del método científico en la acción y reforma social. Para G. Mead, el individuo es un producto de la interacción entre el individuo y la sociedad, de la cual surge la mente. Plantea, específicamente, que la mente surge cuando se dá la comunicación (la conversación de gestos significantes) y en la experiencia social de las personas. Este autor dice que muchas de las acciones humanas se dan como respuesta a otras acciones del grupo, porque todo grupo tiene un sistema de signos que significan algo.
2. Principales Corrientes del Pensamiento Psicosocial.
Se debe destacar que la Psicología Social se ha interesado por un amplio abanico de fenómenos que han sido también abordados por otras disciplinas. En términos generales, todos los fenómenos estudiados por ésta especialidad comparten la dualidad individual y social, lo cual delimita ya una de las especificidades del enfoque psico-social. La amplitud del espacio conceptual de ésta disciplina conlleva a una gran variedad de teorías, entre las cuales, se puede mencionar el Interaccionismo Simbólico, el Psicoanálisis Social, el Conductismo Social, la teoría del Aprendizaje Social, las teorías del Intercambio Social, la teoría de la Gestalt, la Dinámica de Grupos y el Sociocognitivismo, entre otras. Pese a que todas ellas parten de una misma premisa general –los hechos sociales no pueden abordarse sin tomar en cuenta al sujeto individual, y a la inversa-, cabe destacar que cada propuesta acentúa elementos o fenómenos específicos.
A continuación se mencionan las teorías más destacadas del enfoque psicosocial:
a) Interaccionismo Simbólico.
Una de las corrientes de mayor importancia dentro del pensamiento psico-social, es el llamado Interaccionismo Simbólico, que se originó en la llamada Escuela de Chicago en el año 1938, cuando Herbert Blumer bautiza con este nombre a la corriente. El Interaccionismo Simbólico pone el acento en la importancia de la negociación de sentido comunicacional entre los sujetos sociales; considera que la conducta humana no se basa en el esquema de estímulo-respuesta propuesto por el conductismo más radical; otorga un enorme privilegio al estudio de los contextos sociales en los que tienen lugar las interacciones cotidianas entre individuos; y pone énfasis en la necesidad de tomar en cuenta la interdependencia que existe entre las variables que participan en una situación concreta de interacción.
El punto de partida básico del Interaccionismo Simbólico, y que lo sitúa de lleno en las reflexiones aportadas por los enfoques psico-sociales, es que los seres humanos no viven aislados, sino formando parte de grupos y en interacción permanente con otras personas. De ésta manera, se retoma la dialéctica entre lo individual y lo social; la misma dialéctica que ha guiado el pensamiento de la psicología social desde sus inicios.
El Interaccionismo Simbólico enfatiza en la interacción de los individuos y en la interpretación de éstos procesos de comunicación en las situaciones inmediatas, y no presta atención a las estructuras sociales, a los sistemas ideológicos y a las relaciones funcionales, sino más bien, al mundo de significados de los símbolos dentro del cual actúan los sujetos. La interacción, con la comunicación en su centro, está ligada al lenguaje. El hombre, al comunicar, está instalado en el lenguaje y desde él se comunica. Por tanto, el lenguaje es la base de la comunicación humana; es el vehículo privilegiado de la interacción social.
El Interaccionismo Simbólico sostiene que la relación entre los seres humanos se construye conjuntamente durante el proceso de interacción entre las personas, a la que se añade el elemento simbólico, pues ésta se dá mediante una conversación de gestos y de lenguajes que poseen símbolos significantes. Partiendo de la premisa de que todo grupo tiene un sistema de signos que significan algo, es importante resaltar que los signos se pueden entender como elementos que representan otros elementos y que tienen dos categorías: las señales y los símbolos.
Una señal es algo que se refiere directamente a alguna cosa específica, porque cada señal establece un significado preciso y único. Los símbolos son muy diferentes a las señales. Un símbolo es una designación arbitraria, ambigua y abstracta de algo (objeto, eventos, personas, relación, condición o proceso), porque tanto como las personas que los usan y las personas que los ven, lo pueden entender e interpretar de distintas maneras. Además hay que tener en cuenta que los símbolos son abstractos y son usados para referir el mundo de cada persona y su percepción de las experiencias propias. Palabras como libertad, honor, fé, lealtad son bastante abstractas. Existen acciones concretas, eventos y objetos que éstos términos representan, pero los mismos términos son más amplios que cualquier particularidad característica de éstas acciones o eventos que representan.
Herbert Blumer sintetizó los fundamentos del Interaccionismo Simbólico en tres puntos:
- Los seres humanos actuamos hacia los objetos en base a los significados que éstos tienen para nosotros.
- El significado que atribuimos a los cosas surge de la interacción social que uno tiene con sus congéneres.
- Los significados son manipulados y modificados a través del proceso de interpretación utilizado por la persona al relacionarse con las cosas que encuentra en el mundo que le rodea.
Lo anterior quiere decir, según Blumer y otros interaccionistas simbólicos, que el entendimiento del comportamiento humano debe buscarse en los significados que los seres humanos tienen para los fenómenos de sus propias experiencias. Los factores externos pueden existir, pero hasta no ser interpretados por una persona, éstos no tienen significado. Es la interpretación individual de los elementos externos lo que crea un significado para los mismos. Este significado es utilizado por el individuo para guiar su comportamiento. No se puede entender la acción humana si se miran solamente los factores externos o la sóla conducta. En su lugar, se debe centrar la atención sobre los significados que los individuos atribuyen a los fenómenos externos, porque son éstos significados los que guían la conducta.
Los interaccionistas simbólicos estudian las relaciones entre individuos en situaciones concretas y consideran que la conducta social no se puede predecir, ya que en la interacción humana no existen determinismos sociológicos ni psicológicos. La conducta social sólo puede ser entendida dentro del contexto de la estructura social en la cual toma lugar.
b) Conductismo Social.
Se debe indicar que el interaccionismo Simbólico dió origen a lo que se denominó posteriormente el Conductismo Social. En la concepción del Conductismo Social, el hombre deja de ser un individuo que reacciona ante el ambiente en función de instintos incontrolables o de estímulos que se sitúan fuera de él, para convertirse en un intérprete de su medio y de sus relaciones con los demás. El Conductismo Social representa una reacción ante el predominio del conductismo positivista que prevalecía hasta entrada la década de 1960. El primer psicólogo social conductista fue Floyd H. Allport (1924), al cual se debe la utilización de la metodología experimental en psicología. A grandes rasgos, las premisas del conductismo social pueden sintetizarse como sigue: a) el hombre es ante todo su conducta, considerada como la reacción a estímulos externos; b) el comportamiento humano es predecible; c) el proceso de socialización es un proceso de aprendizaje. La última idea relaciona la teoría del conductismo social a la del aprendizaje social, que trata de explicar el comportamiento humano y la personalidad a partir de los postulados obtenidos de los experimentos sobre aprendizaje. Las teorías del aprendizaje social incluyen a su vez a las teorías del intercambio social, y han sido abordadas, aparte de la Psicología Social, por otras disciplinas tales como la Antropología y la Sociología. A partir del concepto de “regla de reciprocidad”, los representantes de éstas teorías hablan de las motivaciones humanas en términos de “costos y beneficios”, así como de la interdependencia que se dá entre los individuos que participan en una interacción. F. Allport sostenía que el comportamiento social era multifactorial, y entre éstos factores destacaba la conducta de otras personas. Partiendo de la aplicación de las primeras teorías conductistas del aprendizaje, su enfoque era básicamente individualista, en el sentido de que consideraba a los grupos como simples agregados de individuos, sin diferencias cualitativas con la conducta individual. De esta manera las leyes del aprendizaje que explicaban la conducta individual se aplicaban por igual a la interacción social. No obstante, su énfasis en la experimentación y en el estudio de áreas especificas de investigación (como por ejemplo la conformidad y la conducta no verbal) marcaron la pauta de los años siguientes. En síntesis, F. Allport es considerado como uno de los constructores definitivos de la Psicología Social en tres sentidos: a) es defensor de una “psicología social psicológica”. Para él el individuo debería ser el centro de la Psicología Social. Afirma que dentro del individuo se pueden encontrar los mecanismos conductuales y conocimientos que son fundamentales en la interacción entre individuos; b) es precursor del conductismo como el enfoque válido para el estudio del ser humano en interacción; c) es precursor del experimentalismo. Fue el primero que se basó en los resultados de la experimentación más que en la observación, las teorías y la especulación.
c) Psicología de Campo o Teoría Social de Campo y la Dinámica de Grupos.
El enfoque individualista de F. Allport fué progresivamente dando paso a una postura más interaccionista de la disciplina, alrededor de la década de 1950, especialmente y a partir de los trabajos de autores como Solomon E. Asch (1952) y Kurt Lewin (1948). Esta perspectiva interaccionista comenzó a tomar forma a partir de dos grandes aportes, tanto teóricos como experimentales: la Teoría de la Gestalt y la Psicología Cognitiva. La concepción teórica basada en la teoría de la Gestalt, es quizás la más conocida y representativa de éste abanico de propuestas psico-sociales. La escuela de la Gestalt construye el conocimiento científico a través de la experimentación, y considera al ser humano como un sujeto con capacidad para realizar actividades constructivas, y con capacidad para recibir, utilizar, manipular y transformar la información. Para la Gestalt, el todo es distinto a la suma de las partes, lo cual acerca ésta teoría a los enfoques sistémicos. La Gestalt plantea que el campo de estimulación está constituído por fenómenos interconectados y no por elementos aislados; y afirma que el campo perceptivo está organizado por el campo estimulativo. El psicólogo germano-estadounidense Kurt Lewin (1948) fundamenta su Teoría de Campo en la fusión de concepciones de la Psicología Gestáltica y del Conductismo. Toma de la psicología de la Gestalt la consideración de que el todo no es lo mismo que la suma de las partes. Este autor enfatiza en el estudio de los procesos psicológicos y es considerado el fundador de la Dinámica de Grupos. Afirma K. Lewin que el grupo como totalidad es un sistema cerrado que está constituído por una fuerza o energía. Dado que las energías internas al grupo pueden ser positivas o negativas, el foco de reflexión de la dinámica de grupos propuesta por K. Lewin es el análisis de los cambios que se dan en los grupos, es decir, de la evolución de los mismos.
De la amplía gama de estudios que realizó, se afianzan dos líneas directrices de la Psicología Social posterior a él: a) el énfasis de los procesos cognoscitivos contribuye a que la psicología social se traslade del enfoque Conductista al Cognitivista ; b) el desarrollo de la psicología social aplicada en términos de investigación - acción y sobre la base de sus inquietudes en los problemas de la vida diaria y de los grupos sociales.
Con K. Lewin, vemos como la “psicología social psicológica” pasa del modelo Estímulo Respuesta (E-R) al modelo Estímulo Organismo Respuesta (E-O-R). Pero éste aspiraba ir más allá de ésta visión y encontrar la relación entre el individuo que actúa como E-O-R y la sociedad a través del estudio de la Dinámica de Grupos y combinando el método experimental con los estudios de campo.
Otro aporte importante en ésta corriente fué el realizado por Jacob L. Moreno (1927) con el psicodrama (juego dramático para exteriorizar conflictos) y la sociometría (la medición de los fenómenos sociales en las agrupaciones humanas).
d) El enfoque del Sociocognitivismo.
Este enfoque se inscribe en las Teorías Cognitivas en Psicología Social. En concreto, el Sociocognitivismo propone un paradigma alternativo al conductismo, y se fundamenta en las teorías cognitivas del procesamiento de la información. La Psicología Cognitiva subraya la idea de la conducta individual como función de la forma en que las personas perciben e interpretan su entorno, es decir, del proceso activo de construcción de significados, mediante el cual se pone orden, se dá sentido y se reacciona ante la realidad circundante. Esta perspectiva interaccionista, según la cual, la dinámica relacional de las personas en sociedad genera productos colectivos (creencias, actitudes, prejuicios, normas, valores, conductas, etcétera), establece, que éstos mismos productos colectivos generados, son luego “internalizados” por los individuos particulares, influyendo en sus cogniciones y procesos psicológicos particulares, los cuales de nuevo influyen, de manera sistémica, sobre la generación de los productos colectivos. La Psicología Social de finales de 1970 enfatizó en aspectos tales como la “cognición”, el procesamiento de la información y la toma de decisiones. En la década de 1980 retomó el concepto de cognición social con una mayor definición y adicionó en sus explicaciones temas como la emoción, la motivación, las capacidades del individuo, etcétera. Esta distinción ha tomado fuerza a raíz de las aún recientes polémicas suscitadas entre la Ciencia Cognoscitiva y la Psicología Cognoscitiva, a tal punto, que el enfoque Sociocognitivo ha terminado por convertirse en el paradigma predominante de la moderna Psicología Social.
Este breve recorrido por las Teorías de la Psicología Social pone de manifiesto la amplitud del espacio conceptual de ésta disciplina, su multiplicidad de enfoques, conceptos y temáticas abordadas.
3. Conducta Social.
La investigación en Psicología Social ha experimentado en el tiempo algunos desarrollos críticos, que permiten examinar su evolución histórica como disciplina independiente y la ampliación de su ámbito de interés y aplicación. Estos desarrollos o hitos de investigación han estado asociados a conceptos relacionados con temas o tópicos de investigación específicos.
En este sentido, por Conducta Social se entiende el comportamiento social que se evidencia fundamentalmente a consecuencia de aspectos de percepción y categorización de fenómenos sociales de interacción que mediatizan y orientan la conducta, debido esto a que el conocimiento humano se desarrolla, organiza y cambia en los procesos de interacción social, a partir de experiencias personales directas y también del resultado del consenso con las creencias, los valores y las actitudes colectivas. A éste respecto, el factor conocido como “socialización” constituye un elemento fundamental en la adquisición de la cognición social que determinará y orientará la conducta social.
A continuación se definen los términos: creencias, valores, actitudes y socialización.
Las Creencias, consisten en el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Es una afirmación personal que consideramos verdadera. Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, afectan la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean. Elaboramos nuestra propia realidad mental a partir de las suposiciones o juicios que consideramos verdaderos.
Los Valores, representan en esencia los motivos que conducen al individuo a elegir ciertas metas antes que otras. En la experiencia humana los valores poseen cierta fuerza orientadora: por ejemplo, los hombres a lo largo de la historia han sacrificado sus vidas por “el deber”, “la libertad” y el “honor”. A través de nuestro sistema de creencias y valores damos significado y coherencia a nuestro modelo del mundo, al que estamos profundamente vinculados.
Las Actitudes, constituyen la variables más estudiadas en Psicología Social debido a que aportan un valioso elemento para la predicción de conductas. Una actitud es una manera aprendida, organizada y sistemática de pensar, sentir y reaccionar.
Una escuela de pensamiento representada por psicólogos tales como L. Thurstone (1929) quien fué pionero en el campo de la medición de actitudes y Ch. Osgood quien formuló la teoría de la Congruencia, piensan que la actitud es una reacción sentimental evaluativa. La actitud de una persona hacia un objeto o acontecimiento es lo favorable (o desfavorable) de sus sentimientos hacia el objeto o acontecimiento. En el análisis del condicionamiento clásico, visto desde la formación de actitudes, se emplea esencialmente éste tipo de definición.
Otro grupo de psicólogos, donde destaca Gordon W. Allport (1954), muy conocido por su trabajo en el área de la Personalidad y la Psicología Social, conceptualizan la actitud como una preparación para responder en una forma particular con respecto al objeto de la actitud. Una actitud presenta en su constitución estructural un fuerte componente motivacional. Este autor estudia también el fenómeno de los valores personales desde el punto de vista de la autonomía funcional (experiencia individual en función de motivaciones y necesidades).
Finalmente, un tercer grupo, compuesto solamente por psicólogos de orientación cognitiva, están a favor de un esquema triple. Enfocan las actitudes como una constelación de componentes cognitivos, afectivos y conductuales, como formas de entender, sentir y actuar hacia un objeto o acontecimiento.
Para que exista una actitud hacia un objeto determinado es necesario que exista también alguna representación cognoscitiva de dicho objeto. Las creencias y demás componentes cognoscitivos (el conocimiento, la manera de encarar al objeto, etcétera) relativos al objeto de una actitud, constituyen el componente cognoscitivo de la actitud.
El componente afectivo es el sentimiento a favor o en contra de un determinado objeto social; supongamos que, por una desavenencia cognoscitiva real, modificamos nuestra relación afectiva con una persona. El cambio registrado en éste componente nos conducirá a emitir conductas hostiles hacia la persona, así como a atribuirle una serie de defectos capaces de justificar y de hacer congruente el cambio de nuestro afecto. De igual modo si por un motivo u otro nos empieza a gustar una persona que no nos gustaba anteriormente, todo aquello que era considerado como defecto pasa a ser percibido mucho más benignamente, e incluso como una virtud.
La conducta es el resultado de la combinación de la cognición y el afecto ante determinada situación. Es decir, el componente conductual es la tendencia o disposición a actuar de determinada manera con referencia a un objeto, suceso o situación. La definición pone el acento en la tendencia, no en la acción en sí.
Es importante mencionar que en Psicología Social se ha otorgado gran importancia al estudio del cambio de actitudes en las personas, realizando numerosas investigaciones con amplios temas relacionados en éste sentido. Para ello se utiliza frecuentemente la técnica de las escalas de medición de actitudes diseñada por Rensis Likert (1932).
La Socialización, es un proceso de interacción entre la sociedad y el individuo, por medio del cual se interiorizan las pautas, costumbres y valores compartidos por la mayoría de los miembros de la comunidad. Permite que la persona se integre en el grupo, que aprenda a conducirse socialmente, que se adapte a las instituciones, que conviva y comparta con las demás personas, recibiendo la influencia de la cultura, de modo que logre afirmar el desarrollo de su personalidad.
Ignacio Martín Baró (1986) confirma el concepto de socialización como un proceso favorecedor de la transformación social y del progreso de los individuos y de los pueblos.
El proceso de socialización se encuentra estructurado en tres etapas:
1. Socialización primaria, supone el inicio de la socialización, tiene lugar en la familia y en la escuela; ésta última completa y amplía la socialización como principio de la intervención educativa.
2. Socialización secundaria, es la prolongación de la primera etapa; finaliza y corrige el proceso fortaleciendo las normas y hábitos adquiridos en la familia y en la escuela, representando valores sociales específicos del marco cultural. Tiene lugar en los grupos de amistad, asociaciones, instituciones no escolares y medios de comunicación.
3. Socialización terciaria, que se produce con el desplazamiento de cultura o con el proceso de reinserción ante individuos mal socializados, con el objetivo de conseguir una adecuada integración social. Ya que uno de los mayores problemas que tiene que enfrentar un grupo, es que los nuevos miembros o aquellos miembros que se han constituído en individuos mal socializados, adquieran las conductas apropiadas para la consecución de la conformidad social.
El producto de la socialización es la adquisición de un estilo de vida característico de la sociedad en la que vive el individuo. Entendiendo el estilo de vida como el conjunto de pautas de conducta y hábitos cotidianos, basado en las preferencias y necesidades del individuo, que refleja los valores del contexto sociocultural, concebido como un conjunto coordinado de conductas y actitudes que determinan la actuación del sujeto, engranándose como un todo construído socialmente. La socialización en cada cultura, exige adoptar el estilo de vida de ésa determinada cultura como estilo de vida propio de los individuos pertenecientes a ella, llegando en la adultez del individuo a la autorregulación de la conducta; de tal manera, que el desarrollo de un individuo implica pasar del control externo de los adultos (que ocurre en el período de la infancia) a la independencia (que se produce en el período de la adultez), para lo que es imprescindible la interiorización o internalización, desde la niñez temprana, de las pautas culturales determinantes del entorno grupal al que pertenece cada individuo.
4. Cognición Social.
La Cognición Social se puede definir desde el enfoque de la Psicología Social Cognitiva como el proceso de construcción de la realidad social que elabora el sujeto en su interpretación del medio ambiente.
La Psicología Cognitiva, tal como lo reseña U. Neisser (1967) en su obra del mismo nombre, indica que ésta corriente de la Psicología supuso la cristalización de las ideas renovadoras de diferentes campos de la ciencia tales como la teoría de la Inteligencia Artificial y la teoría del Procesamiento de la Información.
La Psicología Social desde el enfoque Cognitivo estudia el procesamiento de la información que se genera de la interrelación individuo-sociedad mediante los siguientes elementos:
a) la forma en que las cogniciones son organizadas y elaboradas, y el efecto que la nueva información tiene sobre las cogniciones establecidas previamente;
b) los factores que afectan la adquisición de la nueva información y la tendencia a aceptar ésta información como valida;
c) el cómo se organizan las unidades de información para realizar juicios; y,
d) los factores que afectan el lenguaje utilizado para comunicar éstos juicios a otras personas.
El conocimiento de estos elementos busca la comprensión de la forma en la cual son organizadas, elaboradas y modificadas las creencias y las actitudes. El supuesto teórico subyacente es la idea de un sujeto que recoge, interpreta y reelabora la información para llegar a realizar juicios sobre personas, sucesos, etcétera.
En éste sentido, es importante reseñar que el estudio de la Cognición Social se constituye en una línea de investigación a partir de los trabajos previos acerca de la Teoría de la Atribución Causal, y ésta, a su vez, es iniciada a partir de los planteamientos de la teoría de la Disonancia Cognoscitiva.
A continuación se especificará en qué consiste cada una de las teorías mencionadas, respetando el orden de su aparición histórica.
a) Teoría de la Disonancia Cognoscitiva.
La Disonancia Cognoscitiva fue un concepto acuñado por León Festinger (1957). Según ésta teoría, las personas sufren un estado desagradable o “molestia psicológica” cuando descubren incoherencias o inconsistencias entre sus diferentes actitudes o cogniciones, o entre sus actitudes y su conducta. En consecuencia, desarrollan una serie de esfuerzos y estrategias para eliminar o disminuir esa disonancia. Entre éstos esfuerzos y estrategias destacan: 1)cambiar una o varias de las cogniciones originales; 2) cambiar la conducta; 3) cambiar la importancia de una de las cogniciones o de la relación entre ellas; o 4) añadir nuevos elementos cognitivos. El objetivo de éstos esfuerzos y estrategias sería resolver por cualquiera de éstas vías, la incomodidad generada por la disonancia.
b) Teoría de la Atribución Causal.
La línea de investigación iniciada por la teoría de la disonancia cognoscitiva fue continuada a finales de 1960 y principios de 1970, por otro grupo de teorías, conocidas en su conjunto como las Teorías de la Atribución Causal. El postulado central de la teoría de la atribución causal es que las personas buscan entender y explicar por qué ocurren los acontecimientos, de manera especial los acontecimientos inesperados. Uno de los primeros exponentes de ésta teoría fué Fritz Heider (1958) quién formuló sus aproximaciones a la atribución causal y la teoría de la consistencia cognoscitiva en su publicación “la Psicología de las Relaciones Interpersonales”. Este autor señala que las personas realizan inferencias para explicar su propia conducta o la conducta de las demás personas, en función de a qué o a quién atribuyan la causa de la conducta. Las causas pueden ser personales o situacionales, es decir, a la hora de realizar las atribuciones explicativas, el rango incluye tanto las causas que se encuentran dentro de la persona (por ejemplo, inteligencia, capacidad, esfuerzo, habilidad, estrategia) como las causas que se encuentran fuera de ella (por ejemplo, la influencia de otras personas, el destino, el tiempo, el azar). Las atribuciones causales que se ubican en el interior de la persona se denominan “causas internas”, mientras que las atribuciones causales que se ubican en el ambiente (fuera de la persona) se denominan “causas externas”. Para Julián Rotter (1954) ésta dimensión interna-externa es los que se conoce como “foco de causalidad”. Según ésta dimensión es posible distinguir entre foco o “locus” de control externo y foco o “locus” de control interno. Se dice que la persona posee un mayor foco de control externo, cuando en ella prevalecen las creencias de que lo que ocurre a su alrededor y lo que le sucede, es, independiente de su voluntad y su acción, más bien producto de agentes externos (como el azar o el destino) o de la fuerza de actores y eventos incontrolables, cuya orientación y dinámica no sólo es ajena, sino impermeable a la propia influencia de la persona. Por el contrario, se dice que alguien posee un mayor foco de control interno, cuando prevalecen las creencias de que es posible controlar e influir, mediante sus acciones, sobre su realidad y entorno. Cada uno de estos dos focos está asociado con un conjunto distinto y característico de creencias. Para M. De Viana (1999), un locus de control interno está asociado con ideas como: la impermeabilidad de la realidad respecto a las iniciativas del individuo; la complejidad, hasta el punto de irresolubilidad, de los procesos de la realidad; la injusticia de las relaciones sociales. Por otro lado, un locus de control interno supone ideas como: la capacidad de intervención personal sobre la realidad; un mundo en el que las dificultades y problemas tienen solución; la posibilidad de un orden de relaciones justo, que responda a las intervenciones de los individuos, donde, por ejemplo, los asuntos públicos puedan ser dirigidos mediante la acción y presión de los interesados.
Una de las asociaciones más interesantes con las que se ha relacionado el estilo atribucional, basado en el contínuo locus de control interno - externo, es con actitudes y comportamientos de lo que se conoce en Psicología Social como “indefensión aprendida”. Tal como lo indica M.E. Seligman (1975) el concepto de indefensión aprendida hace referencia al estado psicológico que resulta cuando una persona percibe y aprende que los acontecimientos de su entorno son incontrolables, y que no dependen de sus conductas voluntarias. La relación entre ambos conceptos (indefensión o desamparo aprendido y locus de control) varía del hecho ya observado por Rotter y Seligman, de que la percepción o creencia de falta de control ante una situación específica puede generalizarse a otras situaciones, si el individuo es sometido repetidas veces a situaciones incontrolables o es reforzada en él la creencia de falta de control sobre su entorno.
c) Cognición Social.
A comienzos de 1980, surge una nueva línea de investigación a partir de los estudios atribucionales: la cognición social. De manera amplia, la cognición social hace referencia a la percepción y al conocimiento de la realidad social, esto es, a los procesos de adquisición, representación, recuperación y uso de la información social. El enfoque de la cognición social enfatiza en el hecho de que las personas no se aproximan a la realidad ni la perciben como observadores neutrales o ecuánimes. Por el contrario, los individuos interactúan con el medio influídos por toda una carga de creencias, expectativas, deseos y experiencias. Es por ello que la percepción de una misma situación cambia en función de las cogniciones sociales de la persona.
En el estudio de la Cognición Social se ha establecido una diferencia entre dos perspectivas teóricas al respecto. La primera, procedente de Estados Unidos, es de naturaleza más individual y tiene que ver con los rasgos o temperamento distintivo y propio de cada individuo y postula que las personas elaboran sus propias cogniciones a partir de sus experiencias pasadas y del funcionamiento de su sistema cognitivo. La segunda perspectiva, de origen europea, enfatiza la dimensión social y comunicacional del conocimiento, así como su naturaleza fundamentalmente sociocultural. Un ejemplo típico de esta perspectiva es el concepto de “representaciones sociales” de Serge Moscovici (1961), las cuales pueden definirse, de manera genérica, como un tipo específico de cognición social constituído por las creencias, ideas, sentimientos y pensamientos que los miembros de un conjunto social comparten con respecto a algún concepto, fenómeno o componente de su realidad.
Finalmente se debe indicar que los conceptos y teorías anteriormente estudiados son de gran importancia y utilidad en las ocupaciones profesionales relacionadas con el área de la salud, por cuanto permiten comprender y evaluar estudios sobre bienestar psicológico y calidad de vida, al igual que permite el abordaje de las actitudes y creencias de los personas acerca de la salud, la enfermedad y los comportamientos de riesgo. También permite abordar los conceptos de resiliencia y de afrontamiento con respecto al dolor crónico o la discapacidad, entre otros.
Bibliografía Consultada:
Alonso, F. (1974). Psicología médica y social (2ª Ed.) Madrid: Paz Montalvo.
Peña, G., Cañoto, Y. y Santalla, Z. (2006) Una introducción a la psicología (1ª Ed.) Caracas: UCAB.
Páginas Web:
http://www.bublegum.net/ html
http://www.ciencianet.com/.html
http://www.ecampus.cl/htm
http://www.geocities.com/html
http://www.monografias.com/html
http://www.psicologiacientifica.com/bv/html
http://www.psicologiaparatodos.com/html
http://www.psicologiasocial.edu.es/html
http://www.razonypalabra.org.mx/html
http://www.sociologia.edu.es/html
http://www.terra.es/ html
http://www.ucaldas.edu.co/html
Bibliografía sugerida:
Baron, R. A., Byrne, D. (1998). Psicología Social. España: Prentice Hall.
Clay Lindgren, H. (1980). Introducción a la Psicología Social. México: Trillas.
Deutsch, M. y Kraus, R.M. (1985): Teorías en Psicología Social. México, Paidós.
Mann, L. (1978). Elementos de Psicología Social. México: Limusa.
Morales, J.F. y cols. (1999): Psicología Social. Madrid: McGraw Hill.
Myers, D. (1991). Psicología Social. México: Médica Panamericana.
Rodrigues, A. (1981). Psicología Social. México: Trillas.
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