sábado, 19 de febrero de 2011

PSICOLOGÍA SOCIAL. Temas 1 y 2.


Psicología Social / Conducta Social / Cognición Social.

1. La Psicología Social como especialidad dentro de las Ciencias Sociales.

Las Ciencias Sociales son todas aquellas disciplinas que se ocupan de los aspectos del ser humano, la cultura y la sociedad. Entre estas disciplinas podemos mencionar la Antropología, la Historia, la Psicología, la Sociología, la Economía, la Demografía, etcétera. El método de estudio de cada una de estas disciplinas tiene una forma de abordaje específico dependiendo de su objeto de estudio. Por ejemplo, la Sociología, que surge en el contexto del desarrollo de la sociedad industrial Europea (Francia, Alemania e Inglaterra) de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, centra su análisis en los grupos o en las sociedades, entendidas como un todo, pero no se detiene en la persona individual o en sus procesos psicológicos particulares. El primero en utilizar el termino “Sociología” fué el pensador francés Augusto Comte (1798-1857), después de que él mismo utilizara durante cierto tiempo la expresión de “Física Social” para referirse a la nueva ciencia. En contraste, la Psicología Social se especializa en el estudio del “comportamiento social”, entendido por éste el conjunto de conductas y procesos psicológicos que se originan y desarrollan en situaciones sociales. El estudio de los “comportamientos sociales” constituye, entonces, el objeto de estudio de la Psicología Social.
En términos generales, y a pesar de que todavía no parece haber consenso en el establecimiento de límites que separen la Psicología Social de otros campos de la Psicología y la Sociología, se suele marcar como objetivo principal de la Psicología Social la armonización de los enfoques individuales y sociales en la reflexión sobre la realidad social. El interés básico de ésta disciplina radica en el análisis, desde un enfoque psico-social, de las interacciones sociales entre individuos y entre grupos humanos.
La Psicología Social es uno de los campos científicos dentro de las Ciencias Sociales, dedicada al estudio objetivo de la conducta humana. Su enfoque particular está orientado hacia la comprensión de la conducta social sobre la base del proceso de influencia social. El carácter distintivo de la Psicología Social es que surge de dos factores fundamentales: a) el interés en el individuo como participante social y b) la importancia que le atribuye ésta disciplina a la comprensión de los procesos de influencia social. Los elementos que suelen mencionarse como distintivos de ésta forma de interpretar la Psicología Social son: el énfasis en el individuo, el carácter de especialidad psicológica, el papel predominante de la investigación experimental y la formulación de un conocimiento que permita la descripción, explicación y predicción del comportamiento.
Para abordar su objeto de estudio, la Psicología Social parte de dos supuestos teóricos importantes. Por un lado se adopta el supuesto según el cual los procesos psicológicos de la persona (aprendizaje, memoria, emoción, motivación, pensamiento etcétera) se relacionan con e influyen en el modo como funciona la sociedad y la manera en que ocurre la interacción social. Pero al mismo tiempo, se adopta el supuesto, según el cual, las variables y elementos de tipo macrosocial (instituciones, normas, procesos sociales, políticas públicas, estructuras sociales, etcétera) se relacionan con e influyen en la conducta y los procesos psicológicos de los individuos. Ambos supuestos teóricos son necesarios para entender a cabalidad qué estudia la Psicología Social y para diferenciarla del ámbito de interés de otras disciplinas que también se preocupan por lo que podríamos llamar el área de la conducta social humana.
Existen muchas definiciones de la Psicología Social. Entre ellas, destacan las que ponen el acento en su carácter de disciplina que estudia las influencias que las personas tienen sobre las creencias o conductas de otros (Aronson, 1979), o bien aquellas que afirman que la psicología social intenta comprender cómo el pensamiento, los sentimientos o la conducta de los individuos están influidos por la presencia actual, imaginada o implícita de los demás (Allport, 1968), o las que la definen como el estudio científico de las manifestaciones de comportamiento de carácter situacional suscitadas por la interacción de una persona con otras personas, o por la mera expectativa de tal interacción, así como de los estados internos que se infieren lógicamente de éstas manifestaciones (Rodrigues,1981). Como se puede observar, en todos los casos sobresalen las referencias a la influencia social y a la interacción entre individuos.
Las diversas propuestas y aportaciones de la Psicología Social se pueden simplificar en tres grandes áreas: a) los estudios que ponen énfasis en procesos sociales amplios, y que tienen en la sociedad su centro de interés; b) los estudios que ponen énfasis en procesos cognitivos, y que tienen en el individuo su centro de interés; y c) los estudios sobre relaciones, en donde el centro de interés no es el individuo o la sociedad, sino los mismos procesos de relación entre éstos ámbitos.
El espacio conceptual de la Psicología Social tiene un carácter eminentemente interdisciplinario. Sus reflexiones se han constituído a partir del contacto con otros enfoques y perspectivas; de ahí que en ocasiones se complique su definición y la acotación de sus especificidades desde el enfoque de lo social. Desde su nacimiento, la Psicología Social ha abordado temas relacionados con la influencia social y la interacción, pero en términos más específicos, se pueden listar algunos conceptos o campos de reflexión privilegiados por el enfoque psico-social, a saber: la percepción social, la cognición social, las creencias, las actitudes, los valores, la persuasión, la socialización, las conductas sociales, la personalidad, el comportamiento y la estructura de los grupos sociales, la relación entre el ambiente y el comportamiento, y la comunicación humana, entre otros.
Si bien las raíces históricas de la Psicología Social no pueden separarse de los orígenes de la misma Psicología General, existe cierto consenso entre los estudiosos en señalar algunos hitos que marcan el origen y desarrollo de la primera como disciplina independiente, con un campo de estudio propio. Así por ejemplo, se reconoce la importancia de algunos teóricos pre-experimentales como Gustav LeBon (1896) quien postuló la tesis de que existía una “mente grupal o colectiva”, que era cualitativamente diferente a la “mente individual” y que aparecía cuando la persona interactuaba en contextos grupales o colectivos.
Específicamente, se puede ubicar el nacimiento de la Psicología Social a principios del siglo XX, concretamente en el año 1908, y se reconoce como fundadores al sociólogo estadounidense Edgard Alsworth Ross y al psicólogo inglés William McDougall. Estos dos autores publicaron en 1908 un manual titulado “Introducción a la Psicología Social”. El investigador E. Ross infería de sus estudios la transmisión de la conducta social de persona a persona, tomando la noción de interdependencia individuo – sociedad. Así, planteaba la Psicología Social como el estudio del vínculo psíquico entre el hombre y su medio ambiente (interacción social). Por su parte, W. McDougall esboza una teoría controvertida sobre los instintos humanos (éste concepto había tenido su origen en los trabajos de Charles Darwin, 1858; y William James, 1890). La teoría de los instintos postulaba que el comportamiento social era explicado por los “instintos”, las tendencias innatas y hereditarias, que motivan y dirigen la conducta, y ésta finalmente era consecuencia del desarrollo evolutivo. Visto desde este enfoque, los instintos eran considerados por el autor, como la motivación principal de toda actividad humana.
Posteriormente, George Herbert Mead (1934) realizó un trabajo respecto a la relación entre el individuo y su ambiente, considerándola como una relación dialéctica. Enfatizó en la aplicación del método científico en la acción y reforma social. Para G. Mead, el individuo es un producto de la interacción entre el individuo y la sociedad, de la cual surge la mente. Plantea, específicamente, que la mente surge cuando se dá la comunicación (la conversación de gestos significantes) y en la experiencia social de las personas. Este autor dice que muchas de las acciones humanas se dan como respuesta a otras acciones del grupo, porque todo grupo tiene un sistema de signos que significan algo.
2. Principales Corrientes del Pensamiento Psicosocial.

Se debe destacar que la Psicología Social se ha interesado por un amplio abanico de fenómenos que han sido también abordados por otras disciplinas. En términos generales, todos los fenómenos estudiados por ésta especialidad comparten la dualidad individual y social, lo cual delimita ya una de las especificidades del enfoque psico-social. La amplitud del espacio conceptual de ésta disciplina conlleva a una gran variedad de teorías, entre las cuales, se puede mencionar el Interaccionismo Simbólico, el Psicoanálisis Social, el Conductismo Social, la teoría del Aprendizaje Social, las teorías del Intercambio Social, la teoría de la Gestalt, la Dinámica de Grupos y el Sociocognitivismo, entre otras. Pese a que todas ellas parten de una misma premisa general –los hechos sociales no pueden abordarse sin tomar en cuenta al sujeto individual, y a la inversa-, cabe destacar que cada propuesta acentúa elementos o fenómenos específicos.
A continuación se mencionan las teorías más destacadas del enfoque psicosocial:
a) Interaccionismo Simbólico.
Una de las corrientes de mayor importancia dentro del pensamiento psico-social, es el llamado Interaccionismo Simbólico, que se originó en la llamada Escuela de Chicago en el año 1938, cuando Herbert Blumer bautiza con este nombre a la corriente. El Interaccionismo Simbólico pone el acento en la importancia de la negociación de sentido comunicacional entre los sujetos sociales; considera que la conducta humana no se basa en el esquema de estímulo-respuesta propuesto por el conductismo más radical; otorga un enorme privilegio al estudio de los contextos sociales en los que tienen lugar las interacciones cotidianas entre individuos; y pone énfasis en la necesidad de tomar en cuenta la interdependencia que existe entre las variables que participan en una situación concreta de interacción.
El punto de partida básico del Interaccionismo Simbólico, y que lo sitúa de lleno en las reflexiones aportadas por los enfoques psico-sociales, es que los seres humanos no viven aislados, sino formando parte de grupos y en interacción permanente con otras personas. De ésta manera, se retoma la dialéctica entre lo individual y lo social; la misma dialéctica que ha guiado el pensamiento de la psicología social desde sus inicios.
El Interaccionismo Simbólico enfatiza en la interacción de los individuos y en la interpretación de éstos procesos de comunicación en las situaciones inmediatas, y no presta atención a las estructuras sociales, a los sistemas ideológicos y a las relaciones funcionales, sino más bien, al mundo de significados de los símbolos dentro del cual actúan los sujetos. La interacción, con la comunicación en su centro, está ligada al lenguaje. El hombre, al comunicar, está instalado en el lenguaje y desde él se comunica. Por tanto, el lenguaje es la base de la comunicación humana; es el vehículo privilegiado de la interacción social.
El Interaccionismo Simbólico sostiene que la relación entre los seres humanos se construye conjuntamente durante el proceso de interacción entre las personas, a la que se añade el elemento simbólico, pues ésta se dá mediante una conversación de gestos y de lenguajes que poseen símbolos significantes. Partiendo de la premisa de que todo grupo tiene un sistema de signos que significan algo, es importante resaltar que los signos se pueden entender como elementos que representan otros elementos y que tienen dos categorías: las señales y los símbolos.
Una señal es algo que se refiere directamente a alguna cosa específica, porque cada señal establece un significado preciso y único. Los símbolos son muy diferentes a las señales. Un símbolo es una designación arbitraria, ambigua y abstracta de algo (objeto, eventos, personas, relación, condición o proceso), porque tanto como las personas que los usan y las personas que los ven, lo pueden entender e interpretar de distintas maneras. Además hay que tener en cuenta que los símbolos son abstractos y son usados para referir el mundo de cada persona y su percepción de las experiencias propias. Palabras como libertad, honor, fé, lealtad son bastante abstractas. Existen acciones concretas, eventos y objetos que éstos términos representan, pero los mismos términos son más amplios que cualquier particularidad característica de éstas acciones o eventos que representan.
Herbert Blumer sintetizó los fundamentos del Interaccionismo Simbólico en tres puntos:
- Los seres humanos actuamos hacia los objetos en base a los significados que éstos tienen para nosotros.
- El significado que atribuimos a los cosas surge de la interacción social que uno tiene con sus congéneres.
- Los significados son manipulados y modificados a través del proceso de interpretación utilizado por la persona al relacionarse con las cosas que encuentra en el mundo que le rodea.
Lo anterior quiere decir, según Blumer y otros interaccionistas simbólicos, que el entendimiento del comportamiento humano debe buscarse en los significados que los seres humanos tienen para los fenómenos de sus propias experiencias. Los factores externos pueden existir, pero hasta no ser interpretados por una persona, éstos no tienen significado. Es la interpretación individual de los elementos externos lo que crea un significado para los mismos. Este significado es utilizado por el individuo para guiar su comportamiento. No se puede entender la acción humana si se miran solamente los factores externos o la sóla conducta. En su lugar, se debe centrar la atención sobre los significados que los individuos atribuyen a los fenómenos externos, porque son éstos significados los que guían la conducta.
Los interaccionistas simbólicos estudian las relaciones entre individuos en situaciones concretas y consideran que la conducta social no se puede predecir, ya que en la interacción humana no existen determinismos sociológicos ni psicológicos. La conducta social sólo puede ser entendida dentro del contexto de la estructura social en la cual toma lugar.
b) Conductismo Social.
Se debe indicar que el interaccionismo Simbólico dió origen a lo que se denominó posteriormente el Conductismo Social. En la concepción del Conductismo Social, el hombre deja de ser un individuo que reacciona ante el ambiente en función de instintos incontrolables o de estímulos que se sitúan fuera de él, para convertirse en un intérprete de su medio y de sus relaciones con los demás. El Conductismo Social representa una reacción ante el predominio del conductismo positivista que prevalecía hasta entrada la década de 1960. El primer psicólogo social conductista fue Floyd H. Allport (1924), al cual se debe la utilización de la metodología experimental en psicología. A grandes rasgos, las premisas del conductismo social pueden sintetizarse como sigue: a) el hombre es ante todo su conducta, considerada como la reacción a estímulos externos; b) el comportamiento humano es predecible; c) el proceso de socialización es un proceso de aprendizaje. La última idea relaciona la teoría del conductismo social a la del aprendizaje social, que trata de explicar el comportamiento humano y la personalidad a partir de los postulados obtenidos de los experimentos sobre aprendizaje. Las teorías del aprendizaje social incluyen a su vez a las teorías del intercambio social, y han sido abordadas, aparte de la Psicología Social, por otras disciplinas tales como la Antropología y la Sociología. A partir del concepto de “regla de reciprocidad”, los representantes de éstas teorías hablan de las motivaciones humanas en términos de “costos y beneficios”, así como de la interdependencia que se dá entre los individuos que participan en una interacción. F. Allport sostenía que el comportamiento social era multifactorial, y entre éstos factores destacaba la conducta de otras personas. Partiendo de la aplicación de las primeras teorías conductistas del aprendizaje, su enfoque era básicamente individualista, en el sentido de que consideraba a los grupos como simples agregados de individuos, sin diferencias cualitativas con la conducta individual. De esta manera las leyes del aprendizaje que explicaban la conducta individual se aplicaban por igual a la interacción social. No obstante, su énfasis en la experimentación y en el estudio de áreas especificas de investigación (como por ejemplo la conformidad y la conducta no verbal) marcaron la pauta de los años siguientes. En síntesis, F. Allport es considerado como uno de los constructores definitivos de la Psicología Social en tres sentidos: a) es defensor de una “psicología social psicológica”. Para él el individuo debería ser el centro de la Psicología Social. Afirma que dentro del individuo se pueden encontrar los mecanismos conductuales y conocimientos que son fundamentales en la interacción entre individuos; b) es precursor del conductismo como el enfoque válido para el estudio del ser humano en interacción; c) es precursor del experimentalismo. Fue el primero que se basó en los resultados de la experimentación más que en la observación, las teorías y la especulación.
c) Psicología de Campo o Teoría Social de Campo y la Dinámica de Grupos.
El enfoque individualista de F. Allport fué progresivamente dando paso a una postura más interaccionista de la disciplina, alrededor de la década de 1950, especialmente y a partir de los trabajos de autores como Solomon E. Asch (1952) y Kurt Lewin (1948). Esta perspectiva interaccionista comenzó a tomar forma a partir de dos grandes aportes, tanto teóricos como experimentales: la Teoría de la Gestalt y la Psicología Cognitiva. La concepción teórica basada en la teoría de la Gestalt, es quizás la más conocida y representativa de éste abanico de propuestas psico-sociales. La escuela de la Gestalt construye el conocimiento científico a través de la experimentación, y considera al ser humano como un sujeto con capacidad para realizar actividades constructivas, y con capacidad para recibir, utilizar, manipular y transformar la información. Para la Gestalt, el todo es distinto a la suma de las partes, lo cual acerca ésta teoría a los enfoques sistémicos. La Gestalt plantea que el campo de estimulación está constituído por fenómenos interconectados y no por elementos aislados; y afirma que el campo perceptivo está organizado por el campo estimulativo. El psicólogo germano-estadounidense Kurt Lewin (1948) fundamenta su Teoría de Campo en la fusión de concepciones de la Psicología Gestáltica y del Conductismo. Toma de la psicología de la Gestalt la consideración de que el todo no es lo mismo que la suma de las partes. Este autor enfatiza en el estudio de los procesos psicológicos y es considerado el fundador de la Dinámica de Grupos. Afirma K. Lewin que el grupo como totalidad es un sistema cerrado que está constituído por una fuerza o energía. Dado que las energías internas al grupo pueden ser positivas o negativas, el foco de reflexión de la dinámica de grupos propuesta por K. Lewin es el análisis de los cambios que se dan en los grupos, es decir, de la evolución de los mismos.
De la amplía gama de estudios que realizó, se afianzan dos líneas directrices de la Psicología Social posterior a él: a) el énfasis de los procesos cognoscitivos contribuye a que la psicología social se traslade del enfoque Conductista al Cognitivista ; b) el desarrollo de la psicología social aplicada en términos de investigación - acción y sobre la base de sus inquietudes en los problemas de la vida diaria y de los grupos sociales.
Con K. Lewin, vemos como la “psicología social psicológica” pasa del modelo Estímulo Respuesta (E-R) al modelo Estímulo Organismo Respuesta (E-O-R). Pero éste aspiraba ir más allá de ésta visión y encontrar la relación entre el individuo que actúa como E-O-R y la sociedad a través del estudio de la Dinámica de Grupos y combinando el método experimental con los estudios de campo.
Otro aporte importante en ésta corriente fué el realizado por Jacob L. Moreno (1927) con el psicodrama (juego dramático para exteriorizar conflictos) y la sociometría (la medición de los fenómenos sociales en las agrupaciones humanas).
d) El enfoque del Sociocognitivismo.
Este enfoque se inscribe en las Teorías Cognitivas en Psicología Social. En concreto, el Sociocognitivismo propone un paradigma alternativo al conductismo, y se fundamenta en las teorías cognitivas del procesamiento de la información. La Psicología Cognitiva subraya la idea de la conducta individual como función de la forma en que las personas perciben e interpretan su entorno, es decir, del proceso activo de construcción de significados, mediante el cual se pone orden, se dá sentido y se reacciona ante la realidad circundante. Esta perspectiva interaccionista, según la cual, la dinámica relacional de las personas en sociedad genera productos colectivos (creencias, actitudes, prejuicios, normas, valores, conductas, etcétera), establece, que éstos mismos productos colectivos generados, son luego “internalizados” por los individuos particulares, influyendo en sus cogniciones y procesos psicológicos particulares, los cuales de nuevo influyen, de manera sistémica, sobre la generación de los productos colectivos. La Psicología Social de finales de 1970 enfatizó en aspectos tales como la “cognición”, el procesamiento de la información y la toma de decisiones. En la década de 1980 retomó el concepto de cognición social con una mayor definición y adicionó en sus explicaciones temas como la emoción, la motivación, las capacidades del individuo, etcétera. Esta distinción ha tomado fuerza a raíz de las aún recientes polémicas suscitadas entre la Ciencia Cognoscitiva y la Psicología Cognoscitiva, a tal punto, que el enfoque Sociocognitivo ha terminado por convertirse en el paradigma predominante de la moderna Psicología Social.
Este breve recorrido por las Teorías de la Psicología Social pone de manifiesto la amplitud del espacio conceptual de ésta disciplina, su multiplicidad de enfoques, conceptos y temáticas abordadas.

3. Conducta Social.
La investigación en Psicología Social ha experimentado en el tiempo algunos desarrollos críticos, que permiten examinar su evolución histórica como disciplina independiente y la ampliación de su ámbito de interés y aplicación. Estos desarrollos o hitos de investigación han estado asociados a conceptos relacionados con temas o tópicos de investigación específicos.
En este sentido, por Conducta Social se entiende el comportamiento social que se evidencia fundamentalmente a consecuencia de aspectos de percepción y categorización de fenómenos sociales de interacción que mediatizan y orientan la conducta, debido esto a que el conocimiento humano se desarrolla, organiza y cambia en los procesos de interacción social, a partir de experiencias personales directas y también del resultado del consenso con las creencias, los valores y las actitudes colectivas. A éste respecto, el factor conocido como “socialización” constituye un elemento fundamental en la adquisición de la cognición social que determinará y orientará la conducta social.
A continuación se definen los términos: creencias, valores, actitudes y socialización.
 Las Creencias, consisten en el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Es una afirmación personal que consideramos verdadera. Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, afectan la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean. Elaboramos nuestra propia realidad mental a partir de las suposiciones o juicios que consideramos verdaderos.
 Los Valores, representan en esencia los motivos que conducen al individuo a elegir ciertas metas antes que otras. En la experiencia humana los valores poseen cierta fuerza orientadora: por ejemplo, los hombres a lo largo de la historia han sacrificado sus vidas por “el deber”, “la libertad” y el “honor”. A través de nuestro sistema de creencias y valores damos significado y coherencia a nuestro modelo del mundo, al que estamos profundamente vinculados.
 Las Actitudes, constituyen la variables más estudiadas en Psicología Social debido a que aportan un valioso elemento para la predicción de conductas. Una actitud es una manera aprendida, organizada y sistemática de pensar, sentir y reaccionar.
Una escuela de pensamiento representada por psicólogos tales como L. Thurstone (1929) quien fué pionero en el campo de la medición de actitudes y Ch. Osgood quien formuló la teoría de la Congruencia, piensan que la actitud es una reacción sentimental evaluativa. La actitud de una persona hacia un objeto o acontecimiento es lo favorable (o desfavorable) de sus sentimientos hacia el objeto o acontecimiento. En el análisis del condicionamiento clásico, visto desde la formación de actitudes, se emplea esencialmente éste tipo de definición.
Otro grupo de psicólogos, donde destaca Gordon W. Allport (1954), muy conocido por su trabajo en el área de la Personalidad y la Psicología Social, conceptualizan la actitud como una preparación para responder en una forma particular con respecto al objeto de la actitud. Una actitud presenta en su constitución estructural un fuerte componente motivacional. Este autor estudia también el fenómeno de los valores personales desde el punto de vista de la autonomía funcional (experiencia individual en función de motivaciones y necesidades).
Finalmente, un tercer grupo, compuesto solamente por psicólogos de orientación cognitiva, están a favor de un esquema triple. Enfocan las actitudes como una constelación de componentes cognitivos, afectivos y conductuales, como formas de entender, sentir y actuar hacia un objeto o acontecimiento.
Para que exista una actitud hacia un objeto determinado es necesario que exista también alguna representación cognoscitiva de dicho objeto. Las creencias y demás componentes cognoscitivos (el conocimiento, la manera de encarar al objeto, etcétera) relativos al objeto de una actitud, constituyen el componente cognoscitivo de la actitud.
El componente afectivo es el sentimiento a favor o en contra de un determinado objeto social; supongamos que, por una desavenencia cognoscitiva real, modificamos nuestra relación afectiva con una persona. El cambio registrado en éste componente nos conducirá a emitir conductas hostiles hacia la persona, así como a atribuirle una serie de defectos capaces de justificar y de hacer congruente el cambio de nuestro afecto. De igual modo si por un motivo u otro nos empieza a gustar una persona que no nos gustaba anteriormente, todo aquello que era considerado como defecto pasa a ser percibido mucho más benignamente, e incluso como una virtud.
La conducta es el resultado de la combinación de la cognición y el afecto ante determinada situación. Es decir, el componente conductual es la tendencia o disposición a actuar de determinada manera con referencia a un objeto, suceso o situación. La definición pone el acento en la tendencia, no en la acción en sí.
Es importante mencionar que en Psicología Social se ha otorgado gran importancia al estudio del cambio de actitudes en las personas, realizando numerosas investigaciones con amplios temas relacionados en éste sentido. Para ello se utiliza frecuentemente la técnica de las escalas de medición de actitudes diseñada por Rensis Likert (1932).
 La Socialización, es un proceso de interacción entre la sociedad y el individuo, por medio del cual se interiorizan las pautas, costumbres y valores compartidos por la mayoría de los miembros de la comunidad. Permite que la persona se integre en el grupo, que aprenda a conducirse socialmente, que se adapte a las instituciones, que conviva y comparta con las demás personas, recibiendo la influencia de la cultura, de modo que logre afirmar el desarrollo de su personalidad.
Ignacio Martín Baró (1986) confirma el concepto de socialización como un proceso favorecedor de la transformación social y del progreso de los individuos y de los pueblos.
El proceso de socialización se encuentra estructurado en tres etapas:
1. Socialización primaria, supone el inicio de la socialización, tiene lugar en la familia y en la escuela; ésta última completa y amplía la socialización como principio de la intervención educativa.
2. Socialización secundaria, es la prolongación de la primera etapa; finaliza y corrige el proceso fortaleciendo las normas y hábitos adquiridos en la familia y en la escuela, representando valores sociales específicos del marco cultural. Tiene lugar en los grupos de amistad, asociaciones, instituciones no escolares y medios de comunicación.
3. Socialización terciaria, que se produce con el desplazamiento de cultura o con el proceso de reinserción ante individuos mal socializados, con el objetivo de conseguir una adecuada integración social. Ya que uno de los mayores problemas que tiene que enfrentar un grupo, es que los nuevos miembros o aquellos miembros que se han constituído en individuos mal socializados, adquieran las conductas apropiadas para la consecución de la conformidad social.
El producto de la socialización es la adquisición de un estilo de vida característico de la sociedad en la que vive el individuo. Entendiendo el estilo de vida como el conjunto de pautas de conducta y hábitos cotidianos, basado en las preferencias y necesidades del individuo, que refleja los valores del contexto sociocultural, concebido como un conjunto coordinado de conductas y actitudes que determinan la actuación del sujeto, engranándose como un todo construído socialmente. La socialización en cada cultura, exige adoptar el estilo de vida de ésa determinada cultura como estilo de vida propio de los individuos pertenecientes a ella, llegando en la adultez del individuo a la autorregulación de la conducta; de tal manera, que el desarrollo de un individuo implica pasar del control externo de los adultos (que ocurre en el período de la infancia) a la independencia (que se produce en el período de la adultez), para lo que es imprescindible la interiorización o internalización, desde la niñez temprana, de las pautas culturales determinantes del entorno grupal al que pertenece cada individuo.

4. Cognición Social.
La Cognición Social se puede definir desde el enfoque de la Psicología Social Cognitiva como el proceso de construcción de la realidad social que elabora el sujeto en su interpretación del medio ambiente.
La Psicología Cognitiva, tal como lo reseña U. Neisser (1967) en su obra del mismo nombre, indica que ésta corriente de la Psicología supuso la cristalización de las ideas renovadoras de diferentes campos de la ciencia tales como la teoría de la Inteligencia Artificial y la teoría del Procesamiento de la Información.
La Psicología Social desde el enfoque Cognitivo estudia el procesamiento de la información que se genera de la interrelación individuo-sociedad mediante los siguientes elementos:
a) la forma en que las cogniciones son organizadas y elaboradas, y el efecto que la nueva información tiene sobre las cogniciones establecidas previamente;
b) los factores que afectan la adquisición de la nueva información y la tendencia a aceptar ésta información como valida;
c) el cómo se organizan las unidades de información para realizar juicios; y,
d) los factores que afectan el lenguaje utilizado para comunicar éstos juicios a otras personas.
El conocimiento de estos elementos busca la comprensión de la forma en la cual son organizadas, elaboradas y modificadas las creencias y las actitudes. El supuesto teórico subyacente es la idea de un sujeto que recoge, interpreta y reelabora la información para llegar a realizar juicios sobre personas, sucesos, etcétera.
En éste sentido, es importante reseñar que el estudio de la Cognición Social se constituye en una línea de investigación a partir de los trabajos previos acerca de la Teoría de la Atribución Causal, y ésta, a su vez, es iniciada a partir de los planteamientos de la teoría de la Disonancia Cognoscitiva.
A continuación se especificará en qué consiste cada una de las teorías mencionadas, respetando el orden de su aparición histórica.
a) Teoría de la Disonancia Cognoscitiva.
La Disonancia Cognoscitiva fue un concepto acuñado por León Festinger (1957). Según ésta teoría, las personas sufren un estado desagradable o “molestia psicológica” cuando descubren incoherencias o inconsistencias entre sus diferentes actitudes o cogniciones, o entre sus actitudes y su conducta. En consecuencia, desarrollan una serie de esfuerzos y estrategias para eliminar o disminuir esa disonancia. Entre éstos esfuerzos y estrategias destacan: 1)cambiar una o varias de las cogniciones originales; 2) cambiar la conducta; 3) cambiar la importancia de una de las cogniciones o de la relación entre ellas; o 4) añadir nuevos elementos cognitivos. El objetivo de éstos esfuerzos y estrategias sería resolver por cualquiera de éstas vías, la incomodidad generada por la disonancia.
b) Teoría de la Atribución Causal.
La línea de investigación iniciada por la teoría de la disonancia cognoscitiva fue continuada a finales de 1960 y principios de 1970, por otro grupo de teorías, conocidas en su conjunto como las Teorías de la Atribución Causal. El postulado central de la teoría de la atribución causal es que las personas buscan entender y explicar por qué ocurren los acontecimientos, de manera especial los acontecimientos inesperados. Uno de los primeros exponentes de ésta teoría fué Fritz Heider (1958) quién formuló sus aproximaciones a la atribución causal y la teoría de la consistencia cognoscitiva en su publicación “la Psicología de las Relaciones Interpersonales”. Este autor señala que las personas realizan inferencias para explicar su propia conducta o la conducta de las demás personas, en función de a qué o a quién atribuyan la causa de la conducta. Las causas pueden ser personales o situacionales, es decir, a la hora de realizar las atribuciones explicativas, el rango incluye tanto las causas que se encuentran dentro de la persona (por ejemplo, inteligencia, capacidad, esfuerzo, habilidad, estrategia) como las causas que se encuentran fuera de ella (por ejemplo, la influencia de otras personas, el destino, el tiempo, el azar). Las atribuciones causales que se ubican en el interior de la persona se denominan “causas internas”, mientras que las atribuciones causales que se ubican en el ambiente (fuera de la persona) se denominan “causas externas”. Para Julián Rotter (1954) ésta dimensión interna-externa es los que se conoce como “foco de causalidad”. Según ésta dimensión es posible distinguir entre foco o “locus” de control externo y foco o “locus” de control interno. Se dice que la persona posee un mayor foco de control externo, cuando en ella prevalecen las creencias de que lo que ocurre a su alrededor y lo que le sucede, es, independiente de su voluntad y su acción, más bien producto de agentes externos (como el azar o el destino) o de la fuerza de actores y eventos incontrolables, cuya orientación y dinámica no sólo es ajena, sino impermeable a la propia influencia de la persona. Por el contrario, se dice que alguien posee un mayor foco de control interno, cuando prevalecen las creencias de que es posible controlar e influir, mediante sus acciones, sobre su realidad y entorno. Cada uno de estos dos focos está asociado con un conjunto distinto y característico de creencias. Para M. De Viana (1999), un locus de control interno está asociado con ideas como: la impermeabilidad de la realidad respecto a las iniciativas del individuo; la complejidad, hasta el punto de irresolubilidad, de los procesos de la realidad; la injusticia de las relaciones sociales. Por otro lado, un locus de control interno supone ideas como: la capacidad de intervención personal sobre la realidad; un mundo en el que las dificultades y problemas tienen solución; la posibilidad de un orden de relaciones justo, que responda a las intervenciones de los individuos, donde, por ejemplo, los asuntos públicos puedan ser dirigidos mediante la acción y presión de los interesados.
Una de las asociaciones más interesantes con las que se ha relacionado el estilo atribucional, basado en el contínuo locus de control interno - externo, es con actitudes y comportamientos de lo que se conoce en Psicología Social como “indefensión aprendida”. Tal como lo indica M.E. Seligman (1975) el concepto de indefensión aprendida hace referencia al estado psicológico que resulta cuando una persona percibe y aprende que los acontecimientos de su entorno son incontrolables, y que no dependen de sus conductas voluntarias. La relación entre ambos conceptos (indefensión o desamparo aprendido y locus de control) varía del hecho ya observado por Rotter y Seligman, de que la percepción o creencia de falta de control ante una situación específica puede generalizarse a otras situaciones, si el individuo es sometido repetidas veces a situaciones incontrolables o es reforzada en él la creencia de falta de control sobre su entorno.
c) Cognición Social.
A comienzos de 1980, surge una nueva línea de investigación a partir de los estudios atribucionales: la cognición social. De manera amplia, la cognición social hace referencia a la percepción y al conocimiento de la realidad social, esto es, a los procesos de adquisición, representación, recuperación y uso de la información social. El enfoque de la cognición social enfatiza en el hecho de que las personas no se aproximan a la realidad ni la perciben como observadores neutrales o ecuánimes. Por el contrario, los individuos interactúan con el medio influídos por toda una carga de creencias, expectativas, deseos y experiencias. Es por ello que la percepción de una misma situación cambia en función de las cogniciones sociales de la persona.
En el estudio de la Cognición Social se ha establecido una diferencia entre dos perspectivas teóricas al respecto. La primera, procedente de Estados Unidos, es de naturaleza más individual y tiene que ver con los rasgos o temperamento distintivo y propio de cada individuo y postula que las personas elaboran sus propias cogniciones a partir de sus experiencias pasadas y del funcionamiento de su sistema cognitivo. La segunda perspectiva, de origen europea, enfatiza la dimensión social y comunicacional del conocimiento, así como su naturaleza fundamentalmente sociocultural. Un ejemplo típico de esta perspectiva es el concepto de “representaciones sociales” de Serge Moscovici (1961), las cuales pueden definirse, de manera genérica, como un tipo específico de cognición social constituído por las creencias, ideas, sentimientos y pensamientos que los miembros de un conjunto social comparten con respecto a algún concepto, fenómeno o componente de su realidad.
Finalmente se debe indicar que los conceptos y teorías anteriormente estudiados son de gran importancia y utilidad en las ocupaciones profesionales relacionadas con el área de la salud, por cuanto permiten comprender y evaluar estudios sobre bienestar psicológico y calidad de vida, al igual que permite el abordaje de las actitudes y creencias de los personas acerca de la salud, la enfermedad y los comportamientos de riesgo. También permite abordar los conceptos de resiliencia y de afrontamiento con respecto al dolor crónico o la discapacidad, entre otros.


Bibliografía Consultada:
Alonso, F. (1974). Psicología médica y social (2ª Ed.) Madrid: Paz Montalvo.
Peña, G., Cañoto, Y. y Santalla, Z. (2006) Una introducción a la psicología (1ª Ed.) Caracas: UCAB.

Páginas Web:
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http://www.ciencianet.com/.html
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Bibliografía sugerida:
Baron, R. A., Byrne, D. (1998). Psicología Social. España: Prentice Hall.
Clay Lindgren, H. (1980). Introducción a la Psicología Social. México: Trillas.
Deutsch, M. y Kraus, R.M. (1985): Teorías en Psicología Social. México, Paidós.
Mann, L. (1978). Elementos de Psicología Social. México: Limusa.
Morales, J.F. y cols. (1999): Psicología Social. Madrid: McGraw Hill.
Myers, D. (1991). Psicología Social. México: Médica Panamericana.
Rodrigues, A. (1981). Psicología Social. México: Trillas.

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